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Residencia: Agarrando Valle Paihuano - Centro Cultural, Coquimbo - 2017 Residente: Familia Casa Verde
Publicado: 27 de septiembre de 2017
¡Alerta plagicidas!

Todo hasta el momento en Paihuano y el valle había sido encontrarse con una tierra particularmente hermosa, abundante, cálida e infinita. Los paisajes se imponen: montañas con colores y texturas distintas, algunas nevadas, otras rojizas y sólidas, otras suaves y arenosas, otras verdes por la vegetación, sus cielos son inolvidables, nunca antes de llegar al valle vas a encontrar cielos con este nivel de limpieza en Chile, sus abundantes ríos y quebradas llenan de vida y abundancia todo a su paso, en fin… el valle es inmenso y la naturaleza nos hace sentir en un lugar especial, un lugar ancestral.

En este enamoramiento que hemos tenido de ir recorriendo cada pueblo, conversando con su gente, no dejan de llamar la atención las enormes plantaciones de héctareas y héctareas de parras… diría yo que destiñen, pero al principio no le tomamos el verdadero peso de lo que esto significa en el lugar. Sí habiamos conversado con varios el problema de los plagicidas, el problema del monocultivo, pero pocos eran los que se tomaban el tema  con urgencia o gravedad.

Bueno, pues hoy al llegar a nuestra nueva casa en Paihuano (¡por fin en Paihuano!), justo en el barrio del  centro cultural, estábamos felices de tener nuestro nuevo nidito, cuando nos encontramos con este famoso papelito que básicamente nos  AVISA que mañana y pasado estarían aplicando plagicidas en los fundos cercanos a la población (una lista grande de venenos, varios que yo ya había leido por ahí) fungicidas y hormonas en las parras, así que RECOMIENDAN no salir de la casa, cerrar puertas y ventanas, no colgar ropa ni dejar alimentos en el exterior y en el caso de PESENTAR DOLENCIAS dirigirse a un centro médico asistencial para buscar ayuda. Así de simple, sin más… nos estaban advirtiendo de ua situación normalizada, pues en realidad al no estar normado legalmente el tema no es tema.

El asunto grave fue que ese mismo día yo terminé en el centro médico, el CESFAM de Paihuano, por fuertes jaquecas y náuseas. Al principio pensé que era cansancio, despues un virus que tal vez agarré por ahí, pero ya cuando nos encontramos con el Álvaro, músico  paihuanino y de a poco ya amigos y casi vecinos, nos dice que él está con una irritación fuerte en el ojo y que viene a constatar al centro médico con la esperanza que tenga alguna ingerencia con los años la lista enorme de efectos de los plagicidas en los habitantes del pueblo. Eran los plagicidas, habían estado aplicando sin avisar de otro fundo y  nos estabamos envenenando como todos los Paihuaninos, de igual a igual. El César sentia leves náuseas, por suerte los niños no presentaron síntomas (por ahora). Lo fuerte de esto es que es una realidad y que poco se puede hacer: “Si no quieres vivir inhalando plaguicidas, no puedes vivir acá” eso nos dijo Álvaro, que además de ser músico es un aficionado a conocer las leyes y normas de todo, nos contaba lo imposible que era la lucha mientras no exista una ley seria respecto al tema. El asunto es que algunos fundos ni siquiera avisan por carta, simplemente aplican y no hay nada que los obligue a no hacerlo de esa manera. De hecho los niños tienen fundos alrededor de toda su escuela en Monte Grande y a pesar de las “protestas” no se ha llegado a nada.

Entonces estamos viviendo en un santuario, en un paraíso, “la tierra prometida” como nos dijo el director de la escuela de Paihuano, pero nos estamos envenenando porque el negocio de la producción pisquera y vitivinícola manda, y porque son ellos los que dan trabajo.

Una vecina, la señora Silvia, que también se reúne con  nosotros y el grupo de tejedoras en el centro cultural nos dijo “antes nosotros cuando trabajábamos en las parras, no había cuidado de nada, tiraban el veneno ahí adelante de nosotras y nos chorreaba el veneno por los brazos y la cara. Después me dijeron que era por los venenos que yo tengo un problema de por vida en la córnea de mi ojo” eso sumado a la cantidad de niños nacidos con problemas, pero no hay registro formal. Nadie sabe mucho y con el tiempo se han dado cuenta que es peligroso, que no les gusta, pero  que no hay nada que hacer.

No podía ser todo tan bueno, todo tiene su lado oscuro, su cara fea, este es una de las malas caras del valle. Una realidad que nos tocó vivir en carne propia y que nos parece insostenible. Cada vez hay más parras y el trabajo temporal es el aporte de estos terratenientes para mantener una relación con el lugar, además de “traer turistas” por las pisqueras y viñas. Hay que decir que hoy la gente común y corriente con la que nos ha tocado hablarlo, está conciente de que esto no lo quieren, que es malo para su valle y para sus familias, que han intentado protestar y hacer algo, pero que la lucha está perdida, yo me pregunto ¿puede ser que este perdida?  Me respondo rápidamente: sí, en Chile si que tenemos luchas perdidas.

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