BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Acción Monumenta Pica - Matilla, Tarapacá - 2016 Residente: Colectivo de Arte MICH (Museo Internacional de Chile)
Publicado: 5 de octubre de 2016
Comprando materiales

La tía Flor (dueña de las cabañas donde nos estamos quedando en Pica) se mandó a cambiar dejando trás de sí la radio de su casa prendida para que no se metan los ladrones. Esto pasó anoche y sentimos durante todo el día las repercusiones de escuchar a Américo y a la Celia Cruz mientras uno trataba de dormir. Fue una noche horrible. Como no quedaba otra más que levantarse, tomé mi ropa y mi toalla a las 6:30 am para ducharme, pero no había agua. No sabemos con seguridad, pero parece que en Pica cortan el agua a ciertas horas.

Nos levantamos temprano para viajar a Iquique a la reunión con la gente de Red Cultura y de Servicio País. Aprovechamos de dormir un poco en el bus. El Seba se quedó hasta tarde anoche preparando la presentación de nuestro proyecto, un video muy pro de nuestras experiencias en Pica y Matilla hasta la fecha. El resto tratamos de dormir algo mientras él trabajaba, con mayor o menor éxito. Como sea, estábamos trasnochados, pero a pesar de todo la presentación salió bien y nuestro proyecto generó interés.

Luego de la reunión fuimos directo a la Sofri a comprar materiales. Aprovechamos de vitrinear un poco y nos tentábamos en casi todas las tiendas que vendían tecnología. Al final compramos telas de colores para hacer un toldo, un carrito, una resma de papel, seis masking tapes, una foliadora (luego de la insistencia e impaciencia de Seba por tener una). Al almuerzo comimos en el patio de comidas de la Sofri, en un bufet de comida china, ensaladas y ceviche de pulpo. Simón eligió, entre otras cosas, un jugo con partículas misteriosas flotando, con una tapa de los Angry Birds que no se atrevió a tomar. Daba miedo, sin duda. Recién ahí recordé el “Prestigio” vencido desde marzo que me comí ayer y cada vez me fui sintiendo peor; aprovechaba de ir a cada baño que encontraba. Las horas pasaban y todo indicaba que no alcanzaríamos a playear en Cavancha, pero seguimos esperanzados cuando tomamos el colectivo al Falabella para comprar la impresora de nuestros sueños para los fanzines que planeamos hacer y difundir en Matilla. Al final ya era tarde para ir a la playa, al Selec no le hizo nada de gracia esto, pero no había más que hacer que ir a tomar el bus de vuelta a Pica. A nuestro regreso la radio de la tía Flor seguía prendida.

Pilar Quinteros

Bitácora de la residencia
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