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Residencia: Atlas Simbólico del Canto a lo Divino Loica - San Pedro de Melipilla, Región Metropolitana - 2018 Residente: Danilo Petrovich
Publicado: 9 de diciembre de 2018
Comunidad sin obra

Habría que juntarse para que las cosas pasen. Para que el habla surja. Siempre reaparece esta pregunta: ¿por qué hay tanto miedo en que la gente hable? Todo el andamiaje de los lenguajes modernos es una camisa de fuerza sobre los lenguajes populares. ¿Qué hacer para que todos tengan la oportunidad de hablar y escuchar? Simplemente nos juntamos, cocinamos, cantamos y bailamos. El mundo trabajador es un mundo festivo, la fuerza de sus labores es también fuerza desbordante. Nos reunimos el domingo a celebrar. ¿Qué celebramos en particular? Nada. Queremos ser una comunidad des-obrada, sin obras, sólo feliz por tener la oportunidad de juntarse y contar las palabras. Y los cantores al parecer se dieron cuenta de que no debe haber divisiones (que los lenguajes no deben prohibir, clasificar, dividir, solamente), que todo se puede conversar, que se debe cantar y bailar. Todo partió temprano a eso de las 11 am con un calor tremendo. Nos juntamos en una sede social bastante bien equipada en las afueras de San Pedro. Con anterioridad nos habíamos organizado para dividirnos las labores y también participar de manera equitativa en el malón. Al llegar, algunos participantes se pusieron a preparar el terreno, a cortar el pasto seco para no provocar un fuego descontrolado, encendimos la parrilla, se limpió la cocina, se recuperó un refrigerador que estaba inhabilitado, mientras se pelaban tomates, repollos, e iba llegando la gente. Al final fuimos alrededor de 40 personas de distintas partes de la comuna, podríamos decir que la convocatoria fue exitosa. Repartimos un libro sobre canto a lo divino que acabamos de editar con MUCAM llamado “Alta Esfera”, para reafirmar nuestro compromiso de querer trabajar con ellos en la elaboración del libro y también para que pudieran ver nuestro trabajo editado y  no solo en palabras, lograr ganarnos su confianza y que nos vieran como agentes “serios” para continuar con el proyecto.

Sandra Silva, que es la secretaria de la asociación de cantores, no paró de trabajar en todo el día, a pesar de haberse acostado a las 6 de la mañana del día anterior ayudando en un bingo a beneficio. Ella fue la que estuvo a cargo de la parrilla donde se cocinaron pollos, longanizas y carne. Poco a poco fuimos conociéndonos más, conversando con gente que no habíamos hablado nunca, los cantores y sus familias fueron generando grupos que antes tampoco habíamos visto juntos. Toda la semana anterior nos preocupamos de extender la invitación personalmente a gente de distintos sectores de la comuna: La Manga, Corneche, Quincanque, Puro, Codigua, La Mina, Loyca Alto y Bajo, El Yalí,  San Pedro, Prado Verde, Nihue, Golondrina, entre otros.

Luego de la comida, los mismos cantores quisieron conformar una rueda de canto dentro de la sede, para lo cual colocaron las mesas y sillas en una medialuna y se sentaron frente a ellos mismos. Interesante pensar que el canto a lo divino es justamente una rueda frente a una imagen, ahora era frente al propio espacio que circundaban ellos. Todos cantaron algunas décimas, hasta que llegó la carne a la mesa. Luego de comer, cumbias, cuecas, corridos y vals.  Al finalizar, las palabras de cierre fueron en defensa de la unidad de todos y de cómo vamos a seguir trabajando para terminar los proyectos en cuestión: discos de música ya grabados en buena parte y el libro. También la idea es armar una sola asociación que agrupe a cantores de todos los sectores e incluso a algunos de fuera también.

Trabajo, fiesta y cooperación es lo que define el arte del canto a lo divino. Es importante recalcarlo, pues justamente el próximo fin de semana, con excusas de ayudar al canto para recolectar plata para la fiesta del primer sábado de enero en la iglesia de Loyca, se está montando un espectáculo municipal, estilo feria navideña, que rompe con la lógica de cooperatividad inclusiva con la cual se ha hecho casi todos los años dicha fiesta, pues se trata de juntar dinero, no de trabajar en cooperación, se acerca las artes a un clientelismo municipal y se jerarquizan las decisiones.

La comunidad sin obra es la comunidad frente a sí misma, la comunidad que habla, la experiencia de cooperar y trabajar.

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