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Residencia: Diversos relatos sobre una misteriosa existencia Toltén - Caleta La Barra, La Araucanía - 2018 Residente: Colectivo NicoFer
Publicado: 10 de marzo de 2019
Destino final del bote de los recuerdos

Después de mucho trabajo para hacer encajar todos los relatos y fotografías en la superficie del bote blanco, nos dimos cuenta que ya estaba listo y era momento de moverlo fuera de la Sede de la Junta de Vecinos, lugar final que habíamos decidido en conjunto con los pobladores de la caleta como el ideal para dejar el bote. Es así como al día siguiente juntamos cinco personas y llevamos el bote desde la rancha donde lo habíamos armado hasta la Sede de la Junta de Vecinos, distante a tres cuadras largas. El traslado se realizó gracias a un carrito que nos había prestado Don Juan Jaramillo, y con la ayuda de tres barreños pudimos empujar el bote, cada cierto rato íbamos parando para descansar y hacer el trayecto más ameno. Cuando llegó el momento de entrarlo a la sede, tuvimos que bajarlo de su carro porque no cabía por el portón y llegaron dos pescadores más para ayudar, ya que ahora tendríamos que llevarlo a puro pulso para que llegara  a su destino final. Con la fuerza conjunta pudimos levantarlo entre todos, solo se rasparon un par de fotos ya que lo tuvimos que arrastrar  de costado.

Ahora solo faltaba que le diéramos altura, porque pegado al piso no se apreciaban bien los relatos y fotografías, es ahí cuando apareció una ayuda muy preciada para nosotros, don Jorge Cavieres, conocido por todos como “El Maestro”, porque es el mayor constructor de botes de la caleta, además de ser un ágil carpintero en cualquier trabajo de construcción, nos ofreció ayudar con sus conocimientos para hacer dos caballetes de madera y de esta forma levantar el bote. Fuimos a comprar madera a Toltén, don Jorge nos encargó pino impregnado, además de clavos y pintura. Es así como pudimos armar los caballetes y lograr que el bote quedara más alto.

Las personas de la caleta están muy contentas con el resultado, se acercan a mirar las fotos y a leer las historias y se emocionan cuando ven algún familiar en fotos antiguas que ni ellos mismos sabían que existían. Los niños lo bautizaron como “El bote de los recuerdos”, debe ser porque casi ningún niño de los de ahora sale en esas fotos, pero si podían reconocer a sus padres y abuelos en las imágenes.

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