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Residencia: Museo (itinerante) fantástico de Gala. Cisnes - Puerto Gala, Aysén - 2016 Residente: Sofía Dannemann - colectivo Las Otras
Publicado: 28 de noviembre de 2016
Documentar Gala

Debido a que se fueron todos los “agentes activos” de gira de estudios: los niños y las apoderadas más motivadas, nos propusimos la más difícil de las tareas: involucrar a los que no han sido involucrados: hombres, pescadores, los que no vienen al colegio.

Chiquitito (pescador) nos dijo en una comida en su casa a la cual fuimos invitadas: “¿Por qué habría yo de ir a un taller textil? A mí esas cosas no me interesan, no quiero aprender a pintar ni a tejer. A mí lo que me interesa es la pesca, y si ustedes vienen acá yo puedo mostrarles lo que hago”. Pensando en esto decidimos ampliar el espectro del documental. Para esto entrevistamos a las personas que no quieren participar de los talleres pero sí del proyecto, registrando audiovisualmente a personajes clave de la isla con la intención de evidenciar las distintas visiones de Gala.

Lo anterior, sumado a otras decisiones, nació de una reunión de equipo respectiva a la planificación de la última etapa del proyecto. En aquella instancia conversamos sobre lo que hemos visto y lo que sería importante registrar, mezclando lo que la gente quiere hablar y decir de Gala y lo que nosotros pensamos que es importante resaltar. Como consecuencia identificamos tres líneas a desarrollar: pasado, presente y futuro de Gala.

Pasado: esta línea, aunque es la más evidente (ha sido registrada por programas televisivos e incluso se instituyó una fundación a su haber), es también muy interesante. Su historia nos cuenta que la gente que llegó a Gala efectivamente vivía en ranchos de plástico, así también es verdad que se mataban personas y las colgaban de los árboles, ciertamente el cura Ronchi (quien dio todo por estas islas al fin del mundo) era la ley del puerto y efectivamente la televisada historia de “La Balserita” (Carola Paté, quien siendo niña se construyó una balsa de plumavit sobre la cual cruzaba las islas) logró que el gobierno construyera las pasarelas de Puerto Gala.

Algunas verdades sobre el pasado de este puerto, y otras no tan ciertas. Por ejemplo, la gente no se cansa de decirnos que la película “La fiebre del loco” y los documentales de la tele dejaron una mala imagen de la isla, que se aprovecharon de la historia de “La balserita” y ni siquiera le pagaron los derechos al escribir un libro sobre su historia, que la gente tiene miedo de Gala y así otros asuntos que, en definitiva, reclaman sobre la equivocada imagen que los medios han proyectado respecto de su puerto querido. Los galenses nos piden que mostremos otro Gala, un Gala desde la gente de verdad.

Entonces nos propusimos investigar cuál es la historia que los pioneros de la isla que aún viven aquí quieren contar. La tía Tere nos dice: “esta isla me dio la oportunidad de hacer crecer mejor a mis hijos”, la tía Mirtha menciona que no se iría por nada.

El pasado de estas islas tiene que ver con migración, con tiempos en que la pesca era mejor, con los mitos que exportaron los registros documentales televisivos, con la oportunidad que tuvieron muchos que venían escapando por variados motivos (dictadura, miseria, hasta incendios…) de “nacer de nuevo”, de hacer crecer mejor a sus hijos.

Existen muchas aristas respecto del pasado de estas islas, pero existe algo transversal a innumerables historias galenses: su historia tiene mucho, TODO que ver con la herencia del cura Ronchi.

Presente: en Gala existe la percepción de que están mejor y peor que antes. Mejor en cuanto a servicios (si el cura siguiera vivo, dicen, todo estaría incluso mejor), a pesar de que aún faltan muchos de estos; las pasarelas, la iglesia, la nueva posta y la rampla se construyeron gracias al cura “que le hinchaba las pelotas a todo el mundo”. Sin embargo, hay gente que se ha ido, existe una clara decadencia económica en cuanto a la pesca y las cuotas de ésta en su oficio artesanal, y la gente está desunida: “antes si uno necesitaba mover la panga llegaban 20 vecinos a ayudar, ahora con suerte llega uno” (Chica Mirtha, una de las primeras tres mujeres que llegaron a las islas). Los más jóvenes tienen ganas de irse con proyectos de comprar terrenos y construir casas en Quellón, Puerto Montt, Aysén, etc. Los más viejos dicen que no se van a ir, que no se ven en otra parte ya que en ningún otro lugar está la calidad de vida, la tranquilidad y la naturaleza de Gala, y que “se fueron los que tenían que irse” (Sra. Berta). Los niños, por su parte, tienen mucha conciencia de la belleza del paisaje y de la riqueza de la naturaleza del lugar donde viven. Sin embargo, la gente de Gala se encuentra abandonada, las autoridades les entregan “lo que a otros a lo mejor les sobra” (Tía Tere). No hay señal de celular (promesa eterna del gobierno), la alimentación depende de la llegada de la barcaza (llegan frutas y verduras los domingos solamente y son muy caras), y las salmoneras han arruinado el ecosistema, por lo que cada vez hay menos pesca. Lo que nosotros vemos en Gala es machismo, machos borrachos en las pasarelas sedientos por mujeres (que aquí escasean). Si nosotras nos hemos sentido vulnerables nos imaginamos cómo debe ser para las mujeres de aquí. Además, los rumores de los maltratos nos llegan fácilmente a los oídos.

Futuro: algunos piensan que Gala va a ser como las salitreras: pueblo fantasma. “Gala va a desaparecer”. La Chica Mirtha es optimista, piensa que hay que traer gente que lo esté pasando mal afuera a vivir aquí, gente joven con niños para que la escuela y el jardín no se acaben, ya que son fuentes de trabajo. Andrés nos dice que el trabajo que hay que hacer es con los niños, que no hay ningún trabajo que hacer con un viejo de 50 años, que ahí uno con ellos no va a cambiar nada. Nosotros pensamos que hay que trabajar en los cultivos para que no dependan de la barcaza y así comer mejor. La Junaeb manda al colegio sucedáneos de alimentos y verduras casi podridas una vez al mes, sin importarles que atrás del colegio hay un invernadero abandonado y que aquí la tierra es fértil, que la Lili con su huerto hermoso nos demuestra que aquí los alimentos se dan. Aunque algunos tienen invernaderos y huertos (hemos visitado a algunos), la autosuficiencia de esta isla se hace esencial: vivir de la pesca, los cultivos y mejorar el manejo de la basura, son imperativos a saldar.

Algunos ven futuro en el turismo, pero si no se capacitan pronto (lo que vemos nosotros como urgente hoy en día), van a llegar gringos y van a poder desarrollar todo el potencial de estas islas antes que los propios lugareños sepan cómo desarrollarlo, y los beneficios del turismo, al igual que los de las salmoneras, se van a ver a kilómetros de distancia de Puerto Gala.

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