BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Cuentos naturales Purén - Malleco, La Araucanía - 2017 Residente: Katherine Guerrero
Publicado: 30 de octubre de 2017
Frutos de oro en el campo

En estos días que el sol ha comenzado a salir con mayor frecuencia, se nota un cambio radical en las calles, se ven mucha más personas afuera disfrutando en las plazas y caminando, haciendo sus quehaceres diarios. De verdad que el sol se agradece ya que como comentábamos en unas bitácoras anteriormente, la lluvia no paraba y las personas no salían de sus casas, pero ahora todo ha cambiado, comienzan a salir los brotes de plantas y árboles, creo que recién se comienza a dejar ver la primavera. Hoy nuevamente fuimos al campo, Purén es tranquilo pero en el campo la tranquilidad es distinta, es como si el tiempo pasara más lento y con menos preocupaciones. Fuimos al campo con la intención de seguir con la búsqueda de historias, pero aparecieron 2 niñas, la Chila y la Coni, con ganas de ir a buscar “Frutos de oro”, aún no sabemos muy bien cuáles son estos frutos y los niños nos pidieron acompañarlos porque sus padres no los dejaban ir solos más allá de la reja de su casa. Aceptamos acompañarlas también con curiosidad de saber cuáles eran estos frutos, caminamos hasta llegar a unas cercas con alambres de púa (cruzamos a otro campo), llegamos a una parcela donde no había nadie, solo se veía una casa abandonada bien lejos, seguimos un camino que bordeaba el cerco de alambre de púa y aquí estaban los árboles con los frutos, ellas estaban felices de haberlos encontrados, iban preparados con bolsas para poder guardarlos, y también los ayudamos a llevar una pequeña escalera metálica para poder subir por el tronco para sacar los frutos de oro. Pudimos ver que estos estaban verdes, aún no han madurado, creemos que son ciruelas verdes, las niñas estaban contentas sobre el árbol sacando los frutos de oro, los ayudamos sosteniendo la bolsa y acercándoles ramas para poder recolectar más. Una vez que terminaron de sacar algunos frutos, caminamos con ellas para volver a sus casas, en el camino pudimos ver sobre la tierra que sobresalían unas entradas de nidos, vimos en la tierra partes de crustáceos, nos dijeron que eran nidos de camarones de tierra, también pudimos ver que estaba lleno de hormigas y saltamontes diminutos.

Mientras seguimos nuestro camino de vuelta a casa, las niñas nos contaban acerca de la casa que se podía observar más allá, de madera y abandonada, como les contamos que buscábamos historias, ellas comenzaron a contar las suyas, nos comenzaron a hablar de esta casa que según ellas estaba embrujada, nos decían que se veían sombras y se escuchaban ruidos, con caras de convencidas totalmente, y que no se acercarían. Mirando la casa desde lejos fuimos a dejarlas a sus casas que estaban cerca, y fueron contándonos más historias, como la de la muñeca embrujada que tenían y que tuvieron que enterrarla en el patio para que esta no molestara más. Al llegar a su casa fueron rápidamente a buscar sal para poder comer los frutos de oro que recolectamos. Durante la tarde comimos unos pocos, como estaban verdes se podía sentir su sabor ácido, la Chila y la Coni quedaron felices comiendo sus frutos.

« Ir a residencia