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Residencia: Cruzar el paso... Pargua - Calbuco, Los Lagos - 2018 Residente: Viviana Silva Flores
Publicado: 5 de noviembre de 2018
Jardines

Siempre me he preguntado por qué se llama jardín de infantes al espacio educativo preescolar. Entendiendo que un jardín es un espacio natural, un pequeño parque, lugar de plantas, no deja de ser curioso que se le llame de igual manera al lugar en que lxs peques pasan sus primeros años. Imagino tiene que ver con la metáfora de que el jardín y lxs más chiquititxs son un vergel, una floresta, un edén. Buscando en google sobre el porqué de este concepto, me encontré con la historia de su creación: el kindergarten en Alemania a mediados del siglo XIX. Su creador fue Friedrich Froebel, un científico y educador que creó un sistema de enseñanza basado en las leyes de la naturaleza, donde el “aprender a hacer, haciendo” era ley junto con el juego. Froebel, pensaba que lxs pequeñxs pueden desarrollar un espíritu colaborativo y de sentimientos positivos hacia los demás, lo que aplicaba mediante un huerto que cada niñx cuidaba, más un espacio, también en el huerto, de trabajo colectivo. En Chile, esta pedagogía llegó de la mano de Leopoldina Malushka en 1906 a Santiago. Ella aplicó por todos los medios dicha concepción vinculada al juego y la vinculación con la naturaleza. Me pregunto qué ha pasado hoy en día. ¿Acaso los “jardines” siguen floreciendo?

Por suerte en Pargua de alguna manera esto sigue ocurriendo y se generan instancias de colaboración y de contacto con la tierra… Al menos es así en el jardín “Semillas de Avellanal”, el mismo que hemos visitado la semana pasada para proponerles trabajar junto a la Comunidad Huilliche Maulicán.

Esta vez regresamos para presentar nuestro proyecto a lxs niñxs y apoderadas. Con la señora Maritza, Eliana y Angélica les contamos a lxs pequeñxs sobre el cerco de arrayán que queremos tejer en la entrada. Marlene, la directora del jardín, una vez más nos recibió muy bien, ya que justamente ella busca que las niñas y los niños se vinculen con la tierra, con los orígenes, con el juego. Que aprendan a hacer haciendo, para lo cual de hecho tienen su propio huerto en que trabajan colectivamente. En nuestro caso, aportaremos en esta primera instancia, realizando una muestra del cerco antiguo, lo que les pareció una gran idea a las presentes, así que ya estamos comprometidos a trabajar en este lugar, en este jardín de niñxs, y así, de la mano de la comunidad Maulicán, contarles y mostrarles a lxs pequeñxs sobre el trabajo colectivo y colaborativo, sobre las tradiciones que se han perdido, sobre los árboles nativos y sobre el cuidado de la naturaleza.

De alguna manera con este proyecto dentro de la residencia, siento que estamos contribuyendo a que el Jardín de Avellanal siga floreciendo como hasta ahora lo ha estado haciendo. De la mano de Maulicán una comunidad nueva que brilla por si misma con su energía, su contacto con la tierra y las ganas de aprender haciendo.

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