BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Amplificando caudales Quilleco, Biobío - 2018 Residente: Carolina Opazo
Publicado: 14 de diciembre de 2018
La luna

Una y otra vez en luna menguante se tiñe. Nos olvidamos, yo y las hebras, pero, entonces es verdad, en luna menguante se tiñe y no en creciente.

En este ejercicio de potenciar las abundancias de los ríos, luego de haber lavado lana hace dos semanas, nos fuimos al río Cañicura a teñirla. Llegaron 2 Hebras, pero como dijo la señora Guillermina por una yegua no se para la trilla.

Elegimos el río Cañicura por dos razones: la primera de ellas, es que no existe un espacio de río accesible para la comunidad que las Hebras frecuenten, y el segundo motivo es por un relato que nos contó Christián y que complemento Germán, donde se nos explica que el río Cañicura significa Piedra de las visiones, y se conecta más abajo con el río Cañileo que significa Río de las visiones generando un triángulo. Entre los nacimientos de ambos ríos se ubica el cerro la Picua con forma de pirámide, lugar donde la brújula de Christian marcó de forma inversa norte y sur. En este triángulo hay varios relatos sobre distintas visiones, Germán también me explica que es probable que por la altura de este cerro, antiguamente haya servido para tener una panorámica del territorio en tiempos de guerra, lo que con Christian y Germán interpretamos como un lugar de expansión para ampliar la mirada. Entonces nuestro objetivo es ampliar la visión sobre las posibilidades de interacción que nos brinda el río.

Se me pasó un detalle no menor en el teñido, las Hebras impregnan los colores de los vegetales en la lana con sal o con un químico tóxico, y como la señora Guillermina dijo que ella llevaría el impregnante, me relajé, la cuestión es que este era demasiado tóxico y finalmente todo eso cae al río con el enjuague de la lana luego de teñir. Nosotros habíamos llevado como medio kg de sal, y luego de reflexionar sobre esto y que no estábamos logrando resultados, la ocupamos, solo así fue posible obtener tonos, aunque súper pálidos.

Unas flores amarillas que ellas llaman “La rasca la choica” dio un tono rosado pálido sobre un vellón blanco, michai, mañío y una flor de un tono fucsia dieron un tono amarillo pálido, y diente de león y arrayán dieron un tono gris, los musgos de las piedras no tiñeron y el culén tampoco.

Entre el teñido de la lana, nuestras miradas confusas, la comida y el río, fue un agradable día.

« Ir a residencia