BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Constelaciones de historias Curarrehue, La Araucanía - 2018 Residente: Colectivo Charco
Publicado: 24 de noviembre de 2018
La Montaña

El sábado 24 de noviembre se realizó en la localidad de La Montaña (San Fabián de Alico) el segundo encuentro de tradiciones. ¿Qué tiene que ver La Montaña con Curarrehue? La Montaña –o El Durazno, como muchos seguían llamándole- fue nuestra casa por tres meses de residencia que realizamos el año pasado. Quisimos incluir en esta bitácora, de nuestra actual residencia en Curarrehue, lo que sigue pasando en La Montaña, porque no es un proceso que se cerró con el fin de nuestra residencia de arte colaborativo.

La Montaña es un territorio rural que queda a aproximadamente 30 km de San Fabián de Alico, Región de Ñuble. Cerca de 70 familias viven allí, entre cerros de bosque nativo y forestales. La llegada de esta última industria fue la que provocó que el antiguo fundo El Durazno fuera comprado por una forestal y quienes allí vivían fueron reubicados en lo que hoy es La Montaña. Su forma de vida fue alterada y se adaptaron a este nuevo lugar, donde todos viven más juntos. Al llegar allí en septiembre del año pasado, lo primero que la comunidad nos compartió fue su sensación de verse menos, juntarse menos, saber menos uno del otro, aun viviendo en terrenos aledaños y ya no 10km de distancia como en los tiempos de El Durazno. Lo que querían crear con nosotros era el espacio para juntarse. Entre muchas cosas terminamos ideando un Encuentro de Tradiciones, que la misma comunidad tituló así. Un día para compartir, conversar, comer y recordar a través de objetos y las propias memorias de los más antiguos, cómo era la vida cotidiana y el trabajo antes en El Durazno. Esta actividad fue nuevamente realizada el 24 de noviembre pasado, y fuimos cariñosamente invitados. Ya no somos parte de la organización misma pero en algo de eso estuvimos, y que esto siga pasando y la comunidad siga pensándose a sí misma a partir de sus memorias es algo que nos llena de gratitud.

La Montaña tampoco es un lugar que hayamos abandonado por completo. Ya no hay residencia, pero en el verano seguimos yendo y compartiendo, llamándonos de vez en cuando y contactándonos para saber de ellos y ellos de nosotros. No imaginamos nuestro trabajo sin esa continuidad afectiva y también política.

« Ir a residencia