BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Tiempos, espacios y subjetividad en La Quebrada de Marchigüe Marchigüe, O'Higgins - 2016 Residente: Josefa Ruiz
Publicado: 6 de octubre de 2016
Llegada

A los niños y niñas les preguntamos ¿porqué creían teníamos dos ojos y una boca? Entre sus respuestas dijeron que: era para que nuestra voz no tuviera eco y que si tuviéramos un solo ojo seríamos cíclopes.

Comenzamos nuestro encuentro sentados alrededor de telas redondas con los colores primarios reconociendo quienes somos. Los niños y niñas son estudiantes entre primero y sexto básico de la escuela rural de la Quebrada de Marchigüe, la cuál es multigrado. Una sala a cargo de  la profesora Noemí y la otra a cargo del profesor Juan Carlos. Ellos viven al lado de la escuela y llevan 32 años de trabajo en este lugar.

Llegamos el día anterior con Juan Martínez,  artista visual  con quien que impartimos en el taller de color, antes de llegar a destino final nos detuvimos en Peralillo para comer, en un restaurante a la orilla del camino que conecta San Fernando con Pichilemu, al entrar habían dos grupos de hombres tomando  cerveza. Los ojos de todos nos recorrieron por entre las mesas hasta que nos saludamos con cordialidad. No había comida, así que seguimos viaje. Por un instante sentimos haber estado en el lejano oeste.

Llegamos a Marchigüe pasada las 10 p.m. y estaba abierto el local punto aparte, donde la amable mesera de mirada fija, se preocupaba de atender con cuidado. Habían dos televisores prendidos con la teleserie nocturna. Nadie la miraba.

Nos dirigimos temprano a la Escuela de la Quebrada de Marchigüe, donde también definimos el espacio de taller permanente que quedará implementado. Al conversarlo con los niños ellos compartieron sus ideas: Qué las paredes sean de colores, con cuadros hechos por nosotros, un letrero en la entrada… Después del taller realizamos una sesión de fotografía a cada uno de los estudiantes, una forma de registro de pose para que Juan pinte al oleo un retrato de cada uno, un regalo que contendrá el tiempo de estadía en este lugar.

El ejercicio central que se realizó en taller consistió en la recolección de objetos para la construcción de un modelo que podría ser dibujado, pintado o reinterpretado con los materiales disponibles: tempera, lápices cera, revistas, pegamento, scriptos, grafito. Todos trabajaron en sus croqueras, que será un soporte fundamental para registrar el proceso. Conversamos sobre la importancia del error y lo vital de poder observarlo, estableciendo como regla general que los errores quedaran en la croquera y esa hoja no se podía sacar! Pero como toda regla tiene excepción si el error  es muy traumático se puede conversar sobre borrar aquella huella.

Para terminar el ejercicio comentamos cada uno de ellos, exponiendo virtudes y estilos artísticos que aparecían en cada trabajo: uso espacial, gráfico, pictórico, arquitectónico fueron emergiendo de manera espontánea. El cierre fue con un cuento, el silencio se apoderó de la sala y con mirada atenta seguían la historia. La comentamos juntos y luego ellos contaron sus historias sobre fantasmas que comían chilenitos, abuelos muertos que venían de visita, sueños que tenían, historias propias y poderosas! Por lo tanto para la próxima sesión  se compartirán historias de La Quebrada, material que nos permitirá ir elaborando esta experiencia conjunta.

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