BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Confluencias (o el lugar de un encuentro) Las Compañías - La Serena, Coquimbo - 2018 Residente: Isabella Francisca Sottolichio Cortés
Publicado: 28 de noviembre de 2018
Papayeros Kids!!!

Lo que relataré a continuación, tiene que ver con uno de los tesoros más grandes que he podido conocer en este territorio, que por supuesto son l@s niñ@s, pero particularmente me refiero a los niñ@s en conjunto con la comunidad de la Población Isidoro Campaña, quienes basados en el trabajo colaborativo están sacando adelante un proyecto social, deportivo y cultural, sin ningún financiamiento, ni público ni privado, avanzado con ingenio y voluntad.

Felipe, profesor de educación física, es el que hasta ahora ha tomado la dirección del Club, él también es vecino del barrio, vive al frente de la cancha y de la Sede donde esta nuestro Jardín. Felipe comparte responsabilidades del Club con otros amigos del sector, (quienes  han aparecido en las fotos antiguas que nos han compartido los vecinos en nuestras vueltas  por el barrio) hay varias fotos repartidas de los primeros partidos de fútbol que se hicieron en esa cancha, cuando no tenía reja, luz y tampoco estaba pavimentada.

El trabajo de los Papayeros Kids nos ha mostrado el camino para interactuar mejor con los niñ@s, ellos trabajan con mucha dedicación los tiempos de concentración, el cuidado en los tratos, las formas, el lenguaje etc. Los niñ@s tienen entre 5 y 8 años, hay niñas en los equipos y tod@s juntos están dividid@s en tres niveles según la edad. En virtud del avance del proyecto, es que también han querido abrir el diálogo con las familias de los niñ@s, gestionando visitas de psicolog@s voluntarios para hablar de contención, violencia o frustración. Y así  nos conocimos, un día en que Felipe se acercó a contarnos que… “Ayer ocupé el espacio de la Jardinera con la mamás de los papayer@s, para hacer la jornada de buen trato..”. Acto seguido, yo le agradezco profundamente, y le cuento lo importante que es para nosotr@s que eso haya ocurrido de manera espontánea. Lo que vino después, fue mucho trabajo y una linda amistad que se nutrió de actos de colaboración mutua entre nuestros proyectos, pero por sobre todo, se generó un espacio de confianza para intercambiar ideas y visiones sobre las necesidades que percibimos de l@s niñ@s, que de alguna manera se encuentran vulnerados de sus derechos.

La primera misión importante que tuvimos que realizar para los Papayeros, fue una petición de último minuto: necesitaban una bandera para el primer acto comunitario de inauguración de la personalidad jurídica del Club, habían intentado conseguir imprimirla en un pendón, pero al final por problemas de recursos no les resultó. Esa misma tarde fuimos a comprar telas y pinturas y nos pusimos manos a la obra, solo teníamos un día para lograrlo, y así fue.

El día de la Celebración, llegamos con la bandera y nos ganamos la posibilidad  de montar por primera vez de forma comunitaria nuestro Museito Móvil. Sin invitación ni difusión, el carro se instaló a un costado de la cancha, justo en el acceso que la comunica con la Sede. En un principio no sabíamos si el ejercicio museográfico iba a resultar, puesto que toda la organización estaba enfocada en el acto mismo: el sonido, el grupo musical, los bailes andinos, porque era una gran fiesta autogestionada para l@s niñ@s.  Pero finalmente, todo lo que sucedió fue una Confluencia (o el lugar de un encuentro) entre vecin@s, niñ@s y memorias de un espacio, de una cancha, de una población.

Fue una jornada hermosa, l@s niñ@s entraron a la cancha en fila y fueron presentados por categorías con sus nuevas poleras Papayeras, mientras tanto, l@s vecin@s aplaudían  emocionados y se escuchaba de fondo el coro “sueños de niñez, pichangas de barrio..” Felipe por su parte, se dirigió con cariño y compromiso a sus vecinos, convocándolos a trabajar por este proyecto que les está devolviendo la vida comunitaria. Así mismo, hizo referencia a la colección fotográfica del Museíto, aludiendo al buen augurio que sentía de este momento de reencuentro y activación. Creo que lo más emotivo que generó el carrito museo, fue una especie de genealogía comunitaria, en donde todos estaban conectados por el mismo espacio, así los niñ@s retratados jugando futbol en la cancha hace 25 años atrás, hoy estaban organizando a los niñ@s en el 2018, y todos los adultos más antiguos que habían sido los que lideraban aquellas iniciativas pretéritas a fines de los años 90`, fueron l@s narrador@s naturales del encuentro de hoy -y del Museíto-. Construyendo el guion de la muestra en tiempo real, a partir de memorias y testimonios colectivos  hasta que anocheció.

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