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Residencia: Cooperativa de relatos Cerro Mayaca - Centro Cultural Leopoldo Silva - Quillota , Valparaíso - 2018 Residente: Colectivo Escuela Documentales de Barrio
Publicado: 8 de diciembre de 2018
Piedras y compuertas

Ya vamos por la segunda patita de esta residencia y hay cosas que repensar y reconversar. La semana empezó con un almuerzo de coordinación donde Amy y una visita a Lucho Valenzuela, a quien conocimos el primero de noviembre cuando presentamos el Portal de Memorias afuera del cementerio. Se había puesto helado al atardecer y él apareció desde su local con cafecitos de regalo. Ahora lo buscamos porque nos dijeron que él sabe quienes participaron de la reforestación de la cumbre en los años sesenta. Pero cuando lo pillamos, nos dijo que son alcohólicos, y “justo andan en sus días malos”. El finde queremos hacer una deriva de observación de flora, fauna y basura por el Cerro Mayaca. La idea es que los integrantes adolescentes de la Cooperativa de Relatos conozcan sus rincones y se detengan en sus detalles. Lo estamos armando.

El martes invitamos a las/os niñas/os a la cumbre del cerro, donde pusimos un toldo, mesas y sillas para que pintaran los marcos de las fotos del Portal de Memorias. El miércoles nos invitaron a la asamblea de Itrofil, la mesa territorial. Jueves día libre y viernes día de compra de materiales, entrevistas y pruebas de deriva: Nos juntamos con el Camilo y hablamos con Luis Leiva, quien nos contó que las cuevas y respiraderos repartidos por el cerro eran parte de una antigua mina de oro subterránea manejada por los jesuitas. Noticia de alto impacto. Nos mandó a la población Aconcagua Norte a buscar a la señora Elba Zamora que tenía una cueva en el jardín con agua infinita. Ella nos contó que era verdad, pero el agua era salada así que no les servía para nada. Que se escondían ahí de los retos del papá y que se dice que los pasadizos subterráneos terminan en la iglesia de la plaza de armas.

De ahí fuimos a la población vecina, El Peumo, donde los vecinos han arreglado los jardines. Bajamos al río por primera vez desde que llegamos. El agua está estancada. Buscamos al Carlota, uno de los que tiene el jardín más bonito, con esculturas de neumáticos. Nos mostró la Piedra Motor, llamada así porque antiguamente, cuando el río venía lleno, ahí se formaba un remolino que golpeaba la roca y hacía un ruido como de motor. También nos mostró las Piedras Tacita, que usaban los indígenas Batos como mortero. Él las mantiene limpias, incluso las pule. Le pareció buena idea que llevemos a las/os chicas/os el domingo, porque ese día río arriba abren “las compuertas”, baja el agua y vienen las carpas, garzas y coipos. Dura hasta el martes. Nadie sabe qué compuertas son ni quién decide cuándo se abren y cuándo se cierran.

Buscando al vecino que mandó construir una estatua a un perro que salvó a su hijo en un accidente, un tipo sentado afuera de su casa dijo que no lo conocía y le empezó a golpear la puerta. En eso llega una camioneta roja de la cual se bajó otro tipo y le puso una pistola al cuello. Lo amenazó de muerte, le pegó en la cabeza con el arma y se fue, dejándolo ensangrentado. Quedamos con el corazón en la mano, buscando refugio en el cagüineo con los vecinos que salieron a la calle. Una vez que nos calmamos, partimos. Había reunión con el departamento de salud, que convocó a distintos grupos de jóvenes de Quillota. Nos incluimos en su whatsapp.

El sábado fuimos con el Matías chico (11) a presentar el segundo capítulo de Mayaka Wak’a en la Radio Cumbre. Se autodenominó Dj Pericote, un ratón gigante de la zona. Animales, árboles y basuras se apilan en nuestras mentes, listas para ser exteriorizadas mañana en la deriva.

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