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Residencia: Nuestro lugar de paso Colchane, Tarapacá - 2018 Residente: Francisca Jara (Valdivia, 1988)
Publicado: 6 de enero de 2019
Uno a uno

Avanzando desde la analogía ch`uru, para abordar el territorio dentro del tiempo restante de residencia en Colchane, me propuse cambiar la metodología de trabajo.

Si bien antes sólo me limité a realizar acciones concretas y planificadas dentro de la localidad, con grupos ya conformados o bien grupos unidos por algún objetivo común en el marco del proyecto, ahora comencé a buscar a las personas que tuviesen ganas de compartir “algo”, una a una, y donde sea que estuvieran o me pidieran ir. Además, con el ánimo de seguir tejiendo la trama en construcción, comencé a regalar copias de las fotografías del taller del Liceo de Colchane a quienes entregaran su tiempo en cualquier forma a esta iniciativa.

Esta idea realmente proviene de las niñas del taller, quienes estuvieron muy contentas de saber que usaríamos las fotos como obsequio u objeto de intercambio, de la misma forma que hacían los abuelos con otras cosas, mucho antes de comenzar a usar dinero (en lo que se conoce como “ayni”, principio de reciprocidad).

Cabe señalar que todas las niñas miembros del taller se encuentran de vacaciones junto a sus familias, en distintos lugares de la comuna y la región, por lo que lamentablemente no hemos podido seguir trabajando juntas. Actualmente mantenemos contacto telefónico a través de los números de sus padres, pero sólo en los casos en que resulta necesario. Esperamos volver a reunirnos en marzo o abril, durante mi retorno al pueblo, con el objetivo de retribuir a la comunidad su colaboración en el proyecto de residencia (luego de mi salida a fines de este mes).

(…)

Con este trato más personal, en la dinámica uno a uno, no hay límites de tiempo ni pautas a seguir, por lo que no hay expectativas y cada encuentro resulta ser una sorpresa.

Poco a poco mi solicitud de “algo” se ha ido transformando en “algo valioso”, que sin duda como temática ha sido la llave que me ha abierto todas las puertas que antes parecían cerradas dentro de las familias y comunidades.

Lamento un poco no haberlo entendido antes, pero me alegra haberlo hecho aún con tiempo por residir en Colchane.

Un punto bastante interesante en todo esto, es que con las experiencias hasta ahora me he dado cuenta de lo incómodo que resulta para las personas de la localidad, aún con la mejor disposición, tomarse fotografías o dibujar. Generalmente además de la cámara, cargo conmigo un cuaderno para que cuando las palabras no alcancen, podamos dibujar y así lograr entendernos (sobre todo con ancianos Aymara), a la vez que dejar un registro, pero ninguna de las dos cosas me han servido mucho.

A la fecha, he compartido conversaciones de hasta tres horas, pero al momento de pedir una fotografía, muy pocos desean hacerla. Por otro lado, dibujar tampoco es opción, porque muchos nunca han dibujado antes y les resulta extraño o vergonzoso. Personalmente cuando veo estas barreras, prefiero no insistir.

En este sentido, ha funcionado mucho mejor la grabación de audio desde el teléfono. Desde mi punto de vista, creo que esto se debe a que los teléfonos móviles ya han pasado a formar parte del cotidiano de las personas, sin distinción de edades, incluso en lugares tan alejados como Colchane.

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Así, poco a poco, entre ensayo y error, se han ido articulando estos últimos pasos en este también último mes de residencia. La sensación de lo forzado de antes ya no la siento, en parte por seguir colaborando con algunas personas que ya me han otorgado su confianza, pero también, por haber conseguido modificar la forma de trabajar y relacionarme con los miembros de la comunidad, acorde a sus necesidades y no las del proyecto.

Los primeros movimientos de esta dinámica de intercambio uno a uno, han sido en Colchane mismo, con algunas personas del Municipio, además de artesanas como María Choque (en las fotografías), Celia Challapa, entre otras. Sin embargo, pronto tendré que buscar la forma de ir a Enquelga, Cariquima y sus alrededores, sobre todo porque hay algunas tías de la agrupación Aymar Warmi, quienes me están esperando para conversar.

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