BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: La sed de la tierra Llay Llay, Valparaíso - 2018 Residente: Colectivo YY (Yachachinakuy)
Publicado: 7 de abril de 2019
Vuelta y Revuelta

“Hacer un arte de profundas implicaciones políticas
un arte de gozo ritual
un arte con potencial cerebral
un arte con infinitud espacial
un arte con raíces
para desgarrar, emanciparse, para cegar con la luz,
para revelarse y cantar.”

Juan Downey, 1973

Después de largas noches de montaje del corto y jornadas de preparación de la exposición en Llay Llay volvimos para la exhibición de los “resultados” del proyecto de residencia. Es extraño llamarles resultados porque sentimos que el proyecto cobró vida propia en muchos sentidos, que fuimos a presentar una parte de un proceso que continúa desarrollándose en manos de las propias organizaciones y esos “resultados” aún nos llaman a repensarlos. Las compañeras del Círculo de Kuyen mantienen las jornadas de Arte y Feminismo los días martes, continúan en estas instancias construyendo un entretejido de creación y resistencia en Llay Llay. La Coordinadora Cerro, Vida y Resistencia, por su parte, continúa fortaleciendo actividades de investigación, sistematización y educación en torno al conflicto medioambiental, y la Casa de la Cultura Trenes del viento, ha revitalizado su organización, desarrollando nuevos talleres y actividades artísticas vinculadas al territorio.

En conjunto decidimos intervenir la estación de trenes para esta instancia, ocupar la calle. Montamos el bordado (aún en proceso) de Kuyen, experimentos de videos de las jornadas de Arte y Cine con la Agrupación de Haitianos. Intervinimos el frontis de la estación con lienzos y proyecciones creadas junto a LIV84, colgamos las serigrafías realizadas junto a Domingo Siete y nos fuimos a ver el cortometraje al Teatro Municipal a un costado de la plaza. Junto a “La Sed de la Tierra”, vimos “Una flor para el recuerdo”, corto documental de Trenes del Viento acerca de una intervención artística desarrollada en el territorio. Posterior a los cortometrajes hicimos un pequeño conversatorio y emocionadxs, salimos a la calle a compartir en torno a la exposición, niñxs y adultxs jugaron con las proyecciones, espontáneamente quedó un micrófono abierto, lo que motivó a varixs a recitar poesía, contar cuentos, cantar y bailar.

Difícil escribir palabras de cierre para un proyecto que desbordó todo lo que habíamos imaginado previamente, la fraternidad, el tremendo apañe de tanta gente, conocer a tantxs organizadxs, motivadxs, haciendo, creando y resistiendo en un territorio tan devastado, fue inesperado y conmovedor, aún caminamos con muchas sensaciones a raíz de lo que significó este proceso para nosotras como artistas, como personas. Vivir en Llay Llay fue habitar realmente tierras muertas de sed, presenciar las manifestaciones más violentas de la ambición y, sin embargo, pese a todo, fuimos guiadas por las aguas más turbulentas y rebeldes, esas que por debajo agitan y remecen. Continuamos esperanzadas junto a esa misma marea, con la certeza de que no todo está perdido. La llamita sigue encendida.

Amaranta.

 

Aquí el cortometraje:

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