BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Cruzar el paso... Pargua - Calbuco, Los Lagos - 2018 Residente: Viviana Silva Flores
Publicado: 21 de noviembre de 2018
Y el temporal nos chupó!

Ayer me tocó ir a Puerto Montt a la segunda Jornada Regional de las Residencias de este año. En esta instancia las artistas presentamos nuestros avances al equipo Red Cultura y a los equipos de Servicio País de la región. Tras dichas presentaciones y comentarios, aproveché el día para hacer compras y trámites en la ciudad hasta que un fuerte viento empezó. Al principio era una placentera sensación. El viento sobre la cara y mi cabello, empujándome por las calles del puerto, silbando, llamando la atención. Luego empezó la lluvia, los truenos, los relámpagos… Regresé a Pargua y la fuerte lluvia no paraba. La semana pasada, el día domingo, ocurrió lo mismo, solo que fue breve. Una tarde de rayos y relámpagos ideal para ver una peli de terror y ya. Pero esta vez duró dos días sin parar y eso hizo que, tras las condiciones climáticas, nuestra programación tuviese que cambiar.

Este miércoles por la mañana teníamos recogida de basura en la playa con la comunidad de Punta Auco, pero se suspendió por el temporal. En la tarde, grabación de corte de varas con Maulicán y recepción de varas del aserradero de Maullín para continuar nuestro cerco a la mañana siguiente, pero también se suspendió por temporal. El patio del jardín donde estamos trabajando estaba inundado y, evidentemente no se podía ir al monte a cortar varas bajo esas condiciones. Don Elías del aserradero también suspendió la entrega. En Maullín se salió un río y no se podía ir ni al monte ni cruzar. También teníamos tejido con la Comunidad de Chayahué y la señora Florentina. En este caso, menos mal, nuestro encuentro no se suspendió, aunque no pudieron llegar todas porque Chayahué también se inundó. En otra bitácora les contaré sobre el tejido, pero el caso es que ir a buscar y a dejar a la señora Florentina, que vive en lo más arriba del monte, en el sector Temblapulli (el más lejos de todos), nos hizo vivir lo que implica estar en el sur, en aquellos rincones olvidados de nuestro país en los que las condiciones no son las adecuadas para funcionar cuando cae el temporal.

De ida, las calles (por supuesto que no pavimentadas) eran en algunas partes como ríos. Menos mal que hemos venido en jeep, el Samurai del Seba que es todo terreno. Con él pudimos llegar, recoger a la señora Florentina y partir a Chayahué entre agujeros en el camino, barro, lluvia y viento. Pero de regreso, una gran grieta que se hizo en el camino ¡nos chupó!! Y caímos en una cuneta porque el terreno estaba muy blando y nos succionó. Así que, con cuidado salimos del coche que ya estaba de lado y empezamos a reír por lo que nos había pasado. “La magia del sur” dijo la señora Flo. Ahí nos contó que siempre que hay temporal, año tras año, quedan completamente aislados, y que los caminos nunca son arreglados. En esa zona además, las casas están muy distantes unas de otras (como a un kilómetro o más) y la señal se va por completo. Sólo quedaba esperar que alguien pasara o caminar bastante hasta la casa de la señora Flo a buscar a su hijo para que nos ayudara. Así que partimos las dos conversando y metiendo “las patas” al agua y al barro. Un arcoíris asomó. En el camino, pasamos por al lado de una culebra muerta y un poco de miedo me dio. Una vez arriba, vuelta para abajo, a intentar junto a su hijo Jorge sacar el auto.

La camioneta la enganchó y tiró del jeep pero en vez de salir a flote, más se hundió. Jorge tuvo que partir al trabajo.

Así pasaron unas horas. Cayó la noche, el frío empezó a calar y el agua a inundar por un costado al auto. Nosotros tres (el Seba, la señora Flo y yo) seguíamos ahí, intentando obtener señal para conectarnos con alguien que nos ayudase y con un “vecino” que tiene tractor. En eso, ¡llegó el vecino! y a eso de las 10 y pico, levantó a Samurai y nos rescató.

El agua salía y salía del mismo, ¡pobre samuraicito! Menos mal, es un súper jeep porque una vez vacío ¡funcionó! Así que vuelta a subir a él y a dejar a la señora Florentina con todo el asiento mojado.

El camino esta vez fue aún más lento y largo. En completa oscuridad y con el temor de que el temporal empezara y nos “chupara” de nuevo. Me pregunto cuándo se harán cargo del funcionamiento correcto de las calles en zonas rurales. No puede ser que con un temporal la gente quede aislada y que sea sumamente peligroso hacer vida cotidiana.

Llegamos a la casa después de las 11 de la noche. Estábamos pasados de fríopero echando algunas risas por lo que, para nosotros que estamos de paso, es una pequeña aventura y, asumiendo que, al fin y al cabo, “es la magia del sur”.

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