Esta semana hemos iniciado la etapa final de nuestra residencia donde podemos apreciar con mayor claridad los productos que se han articulado en cada comunidad escolar.
En la escuela de Guañacagua, los participantes incorporaron los últimos detalles al mural, finalizando nuestro primer producto colaborativo en el Valle de Codpa. Vale decir que los niños y niñas que participaron de este proceso se identificaron con el resultado, reconociéndose de manera viva en el espacio de la escuela a través de la huella que ellos dejaron plasmada en la representación corporal propia, cerrando este primer proceso con la comunidad de Guañacagua.
Por su parte, en la Escuela de Chitita, los niños hicieron entrega de sus últimos registros audiovisuales íntimos y cotidianos, donde se alcanza a observar su evolución respecto al desarrollo de la capacidad de plasmar una mirada a través del dispositivo de la cámara creando una imagen audiovisual singular. A su vez, realizamos un cierre de proceso por medio de una convivencia, donde se reflexionó en torno al trabajo vivenciado tanto por la comunidad de Chitita como por los participantes de la escuela, su profesor y nosotros como residentes. En esa ocasión, finalizamos la jornada con un baile grupal de la zona, la cacharpaya, que representa la celebración de la despedida.
En el Liceo de Codpa comenzamos a ensayar la obra completa, articulando todas las escenas propuestas por las participantes y generando una estructura que permite visualizar este producto en su totalidad. Las participantes ya están inmersas en la complejidad que implica esta nueva etapa del trabajo colaborativo, donde el compromiso y la rigurosidad son fundamentales para lograr un producto que de cuenta de este proceso frente a la comunidad. Las jóvenes se encuentran expectantes ante el pronto estreno de la puesta en escena que busca posicionar sus singularidades ante la estigmatización que existe sobre ellas a través del lenguaje corporal y escénico.