En nuestros distintos encuentros, conversaciones y actividades con la comunidad hemos reconocido varios músicos locales. Oímos de Alison a través de Magdalena, quien es su compañera del taller de música en Coinco, incluso en un momento pensamos que Catalina y Alison eran la misma persona. Fuimos a casa de Alison y conversamos con su familia, le hablamos del proyecto y la invitamos a participar, Alison se mantuvo reservada pero atenta a la conversación. Acordamos volver a juntarnos, y por fin llegó el momento. Ella me habló de su acercamiento a la música. Conoció el bajo eléctrico en el liceo y le gustó, tanto así que siguió tomando clases fuera del contexto escolar. Sacó su instrumento, conectó el amplificador y me mostró el repertorio que conoce y todo lo que ha aprendido desde que comenzó con la música. No hablamos mucho más en este primer encuentro, tampoco hubo un registro fotográfico de esta actividad, sin embargo, sentí esa complicidad entre bajistas (ya que también lo soy), y el compromiso de ella a seguir participando de este proceso de creación colaborativa.
Por otra parte, Catalina es un tanto más reconocida en la localidad, muchos nos hablaron de ella y su linda voz, ya que canta el repertorio más típico de la zona y la identidad campesina “la música ranchera” y también la cueca. Ella pertenece a una familia de músicos, que además tiene gran presencia en la localidad: los Parraguez. Además es sobrina de Fernando Parraguez “Parrita”. Aunque aún no la conocemos, ya que ya no vive en La Viña, ella es una exponente de las nuevas generaciones de la música tradicional de la zona. Este repertorio es compartido por la comunidad, especialmente por los mayores de programa Cediam, con quienes hemos compartido actividades en varias oportunidades. En este grupo está don Raúl, el acordeonista, quien es un importante referente, tocó durante muchos años en las distintas festividades locales. Con nostalgia y alegría nos contaron cuando tocó en el matrimonio de su amigo, y también en el antiguo balneario de Alto de río, donde se hacía las ramadas “era puro chile no más, mucha cueca se tocaba y bailaba”.Con pesar nos comentan, tanto don Raúl como sus coterráneos, la ausencia del instrumento. Este repertorio común y compartido, nos transporta a ese pasado del que ya poco queda y que se rememora con cierta alegría nostálgica. Aun así, esto nos invita al cruce generacional en constante mutación. Si hay algo que podemos resumir, es que existe un gran potencial en los adultos mayores, quienes atesoran esos recuerdos y nos lo comparten generosamente.
Paralelamente, en los niños de la escuela pudimos observar intereses musicales, esto nos deja la puerta abierta a nuevas instancias participativas. Se convoca a una nueva reunión con este interesante nuevo grupo de músicos locales y vecinos de La Viña.