Hemos llegado a San Rosendo, al pasaje Bienestar de la población Mercedes San Martin. Nuestra casa es pequeña, de hecho es la más pequeña de la población (50 mt2 construidos con dos pisos), todas las demás se han ampliado ocupando el terreno del patio, la de nosotros mantiene la estructura original tal como fue entregada hace 12 años a su propietaria después de años de lucha por la casa propia. En estos momentos está viviendo en la casa de su madre mientras nos arrienda su hogar. Existen varias tomas de terreno en San Rosendo, al parecer hay pocos terrenos donde esté permitido construir y hay vastas extensiones de terrenos que están ocupadas por bosques de pinos de propiedad forestal.
Nuestra población está a 20 metros de la línea del tren y a 50 metros del río Biobío, San Rosendo es como una punta de diamante donde el Laja desemboca en el Biobío, y fue el nudo ferroviario de la zona desde principios del siglo XX hasta la década del 80, con una carbonera y casa de máquinas única en su tipo en Latinoamérica. El tren todavía funciona, periódicamente pasa un tren corto de recorrido Laja – Concepción, intercalado por trenes que sacan la celulosa de la papelera en Laja (que nos enteramos que el nombre oficial de la ciudad es La Laja). Los detenidos desaparecidos de San Rosendo, en su mayoría, trabajaban en la Papelera para el golpe, y muchos fueron detenidos al llegar al trabajo, hoy en día la casa de máquinas y la carbonera están en desuso y son el escenario de un tour turístico los días sábado. Los turistas llegan en tren, un ex trabajador del tren les hace el recorrido por las instalaciones abandonadas por el paso del tiempo, terminan la visita en el museo ferroviario al aire libre, toman el tren y se van a almorzar a Laja.
Los primeros días en San Rosendo nos tratan bien, ocupamos una puerta que estaba tirada en el patio para hacer una pizarra, la colgamos en la pared del living para que nos sirva en nuestra planificación de nuestra “Casa Abierta” en el Salón Cultural “Juan Garfias” (todavía no sabemos quién fue Juan Garfias, tarea pendiente averiguarlo), cuando vinimos por primera vez la gente estaba entusiasmada de nuestra visita porque según ellos, o según lo que alguien les convenció, en San Rosendo no hay cultura, por eso la Carmela se fue a la ciudad, a emprender y buscar un futuro mejor. Esperamos que nuestro proyecto nos ayude a (re)conocernos, entre nosotros, a nosotros y a ellos. Estamos escribiendo en la pizarra planificando nuestra “Casa Abierta”, pasa el tren, la casa tiembla…