Llego el día de despedirse, pero antes mi amiga Graciela me dijo que tenía que ser con pago a la tierra “para que me vaya bien de Ollagüe y así vuelva”, así que hablé con don Alejo para que me haga el pago, me pidió varios materiales y me puse en acción; conseguimos una banda de lakitas y la comunidad Quechua nos facilitó su sede para el evento. Antes de la noche, en el colegio mostré todas las acciones que realizamos en Ollagüe, compartimos la presentación de un estudio etnográfico realizado por el CNCA de Antofagasta teloneando lo que se venía. Este día fue muy extraño, quedaron en pana los transportes que traían los insumos para el evento y la banda, todo se atrasó mucho, se cortó la luz del pueblo, se quemaron las ampolletas de la sede, pero a pesar de todos los problemas y el atraso de las actividades salimos adelante. La gente empezó a llegar al lugar con sentimientos encontrados, felices por el trabajo realizado, pero sobre todo mis amigas y amigos tristes por la despedida. Me es muy difícil describir esta parte de la residencia porque simplemente no tengo palabras para describir lo que vi y sentí en Ollagüe, todo lo pasó este día no lo puede sostener esta bitácora, así que les dejo un pequeño registro de lo que fue el cierre, lo que hicimos, como disfrutamos, como bailamos, como cantamos, como pagamos y agradecimos a la Pacha por todo lo entregado, por todo lo que aprendimos juntos. Amor infinito a Ollagüe, amor infinito a los 3 principios, amor a las culturas quechuas, aymaras, atacameñas, amor mientras me alejo del paisaje y me voy imaginando hordas de gente abandonando las ciudades.