Un largo recorrido a pie de una hora y veinte minutos me permitió conocer la isla de punta a punta. En su extremo norte, luego de regresar desde la playa, me refugio de la lluvia en casa de Flor Alvarado, ella junto a Juvenal, Iván y Benigno me cuentan de la vida en la Isla, lo que se ha perdido y del bajo interés de la juventud actual en los temas del campo y la tradición, dentro de ellas la tradición del acordeón y de la fabricación de corrales para la pesca en la playa. Benigno, muy animado, me dibuja el detalle de cómo eran los corrales apuntando los nombres de cada una de sus partes.