La economía de la Isla Chelín sigue girando a partir del cultivo de la papa y la extracción de mariscos y algas. A pesar de ello las nuevas generaciones han incrementado, directa e indirectamente, la distancia con dichas prácticas pues luego de terminar su ocatavo básico deben partir a Castro a terminar la enseñanza media. Muchos de ellos no vuelven a la Isla pues sus fuentes de trabajo ya no son las de sus padres. Los niños de Chelín ya no levantan tierra, no siembran, no hacen abono con algas y excrementos de animales, no siembran pelillo, incluso muchos de ellos tampoco cortan la leña. Todo ha cambiado en la Isla, esta se queda sin población joven y junto con la partida de los adultos mayores parten también los relatos de la dura vida pasada de Chelín.