Ya antes de conocerlos a todos sentíamos que el poder observar el hermoso paisaje nos hablaba ya de todos ellos, de cómo y quienes podían ser. Desde comprar pan hasta conocer la playa de Pichidangui, todo era para nosotros información para poder imaginarnos y sentir lo que es descubrir un nuevo lugar. Antes de ir a la escuela nos arreglamos para dar siempre una buena impresión, que nos conocieran tal como somos, pero que supieran que para nosotros era una gran cita el conocernos.
Nuestra entrada a la Escuela Ercole Bencini de Pichidangui fue de inmediatamente atendida, el director ya sabía de nuestra visita y esperaba ansioso a conocernos. Nos presentamos como lo que somos: una familia de artistas. Rápidamente nos pusimos de acuerdo en asuntos técnicos pues tocaba que nos encontráramos con el resto de la escuela: niños, niñas, jóvenes, apoderados, profesores, cocinera, portero, etc.
Tratamos de buscar un espacio para presentarnos que fuera distinto, que nos diera la oportunidad de sacarlos de la sala de clases convencional. Lamentablemente no disponían del espacio que imaginamos pero tratamos de adaptarnos en la SALA DE ENLACES que es el espacio de computación. Trajimos un primer estímulo para darnos a conocer: un video que mostraba de manera sugerente y misteriosa, nuestro trabajo en otros lugares, en otras escuelas y con otros niños como ellos… quedaban sorprendidos y atentos ante la intervención. Ningún grupo de alumnos sabía muy bien de que se trataba todo esto, al parecer los profesores tenían una que otra idea vaga, pero fue justamente ese nuestro primer ejercicio: descubrir quienes somos, porqué estamos en Pichidangui y qué queremos hacer. Para eso les explicamos que todo podía ser, que nosotros estábamos aquí para crear juntos eso que podemos imaginar. La recepción fue muy exitosa… tanto niños como profesores se mostraban sorprendidos y motivados “¿cuándo empezaran los talleres?” nos preguntaban después los niños en la hora del recreo e incluso fuera de la escuela “¿podrían hacer un taller de títeres tío?” “¿cuando nos vamos a pintar la cara tía?” ” a nosotros nos viene bien que el arte este en todas partes” dijo una profesora que estaba entusiasta. Bien, pensamos
Fuimos curso por curso y la recepción e impresión era positiva. Derek, nuestro aliado y compañero de trabajo en Pichidangui, nos comentó “qué bueno eso del video, a mi no se me ocurría como explicarles a los niños de que se trataba una residencia artística”, por nuestra parte quedamos contentos y satisfechos. Ahora quedaba en la tarde la presentación con los apoderados…
Cuando regresamos a la escuela ya los niños sabían bien cómo nos llamábamos, se acercaban amistosos a preguntarnos cosas y a meternos conversación. Los profesores amablemente nos dieron un espacio dentro de sus reuniones de apoderados de los cursos del primer ciclo básico. Nos presentamos y les explicamos cómo y qué queríamos hacer en la comunidad, notamos inmediatamente un foco de padres que era mas receptivos, que se comunicaban y observaban con atención nuestra presentación. Otros simplemente quedaban en una nebulosa, no se expresaban mucho más y no demostraban ni aceptación ni desaprobación, mas bien apáticos…
Al finalizar nuestra presentación el director les habla “ Este es el momento de que nos unamos todos como Pichidanguinos, olvidando las diferencias, olvidando lo difícil que es también vivir acá, porque a pesar de que el paisaje es bello sabemos que no es fácil vivir aquí. Aprovechemos esta instancia para unirnos y tolerarnos y avanzar ”. Toda esta información era muy importante para nuestro diagnóstico, Derek después nos explicaba que en realidad son los apoderados o mas bien un gran grupo de apoderados los que dificultan harto el trabajo con los mismos niños. No hay mucho interés en nada, no tienen participación ni opinión en general en la comunidad y eso hace difícil trabajar hacia un mismo lado en la escuela “antes no era así según cuentan los mas viejos. Antes eran motivados entre todos y hacían festivales comunitarios entre las familias de acá una vez que terminaba el verano y se iban los turistas. Hacían fiestas y alianzas entre todos, se juntaban harto. Algo pasó con esta nueva generación de padres que perdieron el interés por mantener esas instancias” nos contaba el Derek. Todo esto nos ayudó a tener nuestra primera impresión y zanjar algunas de nuestras ideas con el lugar: hay mucha materia prima para comenzar, los niños son creativos, entusiastas y curiosos en su gran mayoría, la escuela funciona bastante bien. Los profesores en su mayoría están dispuestos a trabajar , el director está con muy buena disposición, nos abrió las puertas del lugar sin problemas, fue amable, generosos y se comprometió a trabajar y facilitar el trabajo en el lugar. Se hace necesario trabajar e incluir especialmente a los apoderados, buscar mecanismos para atraer su interés en participar con sus hijos y por ellos mismos como parte de la comunidad… en fin, fue un día largo y provechoso, solo queda seguir trabajando.