Establecido ya en medio del valle de Caleu, comienzo a impregnarme con todos los sentidos del territorio que me circunda. Acostumbrarme a sus colores, a sus tiempos, a entender con el cuerpo lo que con mi razón no alcanzo a comprender, pero que de todos modos, de algún modo, es un factor que influye y quizás, determina las direcciones que el proyecto va tomando. Porque cuando uno llega a un territorio se enfrenta a una inabordable cantidad de información. Uno se encuentra con toda la historia del país y con toda la historia del continente que ha cruzado por este punto del planeta y que se presenta frente a uno como una puerta cerrada, a la cual uno llama tímidamente. De ahí que, entonces, recursos como la intuición, la memoria y la sensibilidad se transforman en herramientas de primer orden para construir esta primera etapa de residencia artística.