Hoy era el día de la magia, tocaba pasar los hermosos y sorprendentes diseños que habían hecho los niños el día anterior, al bastidor a través del fotograbado. Para eso se necesitaría paciencia, precisión y mucha motivación; elementos con los que ya contábamos pues el día anterior había sido muy provechoso para todos. Se había logrado instalar la problemática del agua en Pichidangui, los niños dieron sus opiniones, reflexionaron en grupo y lograron plasmar todo eso en sus diseños.
Lo interesante fue que se trabajó en grupos de alumnos y adultos que también habían convocado a la actividad, cada grupo estaba compuesto por al menos un adulto y alumnos, donde fueron capaces de discutir y exponer sus puntos de vista y luego sintetizarlos en sus dibujos. Se habían empoderado totalmente con el tema y con la técnica. Todos estaban con paciencia a oscuras viendo como Fer enseñaba a repartir la emulsión fotosensible en el bastidor para luego grabar el diseño. Ansiosos de ver el resultado apenas estuvo listo el primer bastidor ya querían pasar a la tinta, pero Carol les explico que había que terminar primero todos para luego todos juntos pasar a siguiente paso. Los niños comprendieron y con paciencia fueron haciendo uno a uno, la magia de la luz había dejado sus dibujos transformados en matrices para poder estampar poleras, carteles, parches o lo que se les ocurriera… luego el Fer les explicó cómo pasar la tita y todos tuvieron la experiencia de poder estampar sus poleras. Estaban todos muy entusiasmados al ver el resultado, varios se pusieron sus poleras a penas la tinta estaba seca y salían a lucirla al patio. Profesores y alumnos de distintos cursos se acercaron a la sala donde estábamos trabajando para preguntar si a ellos les tocaría el taller… se nos ocurrió entonces programar un día en la escuela donde todo el que quisiera estampar trajera su polera y se pudiese estampar uno de los diseños que ya se habían hecho. Sería una manera de difundir y comunicar la opinión que tienen los alumnos de la problemática del agua, además de que los niños que quieran practicar la técnica también lo hicieran.
La recepción de todos fue excelente: el grupo de niños y adultos funcionó increíble pues los niños pudieron por fin cambiar la idea de que lo que estamos haciendo es una “clase” logrando trabajar como un taller donde sin importar la edad todos estábamos en la misma situación, aprendiendo, experimentando, reflexionando de manera horizontal. Luego el resultado fue excelente, todos quedaron satisfechos con sus poleras y estampados y lo más increíble era ver como realmente funcionaba como un medio de comunicación y expresión entre ellos mismos en la escuela. Además, se logró confirmar que ese mismo día se daría el taller a los profesores interesados y que también fue un éxito pues aprendieron y quedaron interesados en continuar utilizando la herramienta en el futuro. Nuestra evaluación de la actividad es muy positiva, creemos que superó incluso nuestras expectativas, quedamos todos motivados y con la sensación de haber tenido la experiencia de algo realmente significativo para todos y todas, ¡gracias Amapolay!