Ir hacia adentro, profundizar en los aspectos más sensibles y relevantes de nuestra existencia, eso… eso han sido nuestras últimas experiencias con la comunidad.
En una nueva reunión con los adultos mayores del programa Cediam, reflexionamos colectivamente sobre hechos y situaciones de la experiencia humana que nos han llevado a distintos planos de la cotidianeidad de la vida: la soledad, la muerte, el sacrificio, por nombrar someramente el múltiple universo detrás de sus palabras sencillas: “y es que uno se sacrifica por la familia, por los que quiere, y lo hace por amor, es un sacrificio voluntario”,y en estas palabras se deja ver un trazo de la sanación que significa “perdonar”, entender y finalmente empatizar con nuestros padres, y nosotros mismos, porque antes teníamos que colaborar con la familia, “a los hermanos mayores, siempre nos tocaba más trabajo, y es que éramos 16 hermanos”. En este ejercicio colectivo de reconocernos, fuimos capaces de compartir ese dolor colectivo que significa aprender de la vida y sus lecciones. En las pocas horas semanales que tenemos para compartir, reflexionar, dialogar y mirar hacia adentro, también es posible ver que nuestros dolores no son tan distintos de los del resto de la comunidad, ya que en este hacer, es fácil ponerse en el lugar del otro… así es como los mayores, también consiguieron mediante la acción de la memoria, del recordis(volver al corazón) de sus años vividos, enfrentarse y reconocer a los niños de ahora, que “son tan “diferentes” a cómo lo éramos nosotros”, y poder visualizar en ellos las situaciones que les hace feliz o los acongoja, que aunque diferentes, en cierta forma comparten elementos comunes: vivir el amor, estar juntos, compartir; comunicarnos, y en resumen, estar bien. Como decían los más pequeños: “a mí me gusta que me quieran”, “me gusta jugar con mis amigos”, “no me gusta que me molesten”, “no quiero que corten los árboles, ni abandonen a los perros”, “quiero que mi mamá tenga otro trabajo”o simplemente “quiero que los niños destruyan el colegio…”porque finalmente esas palabras son un grito de libertad que nos dice “quiero sentir el aire libre y jugar”,lo mismo que sentían los adultos mayores cuando deseaban con ahínco dejar sus labores de “hijo mayor” para salir a jugar por los campos.
De esta forma es como se vinculan y entrelazan los “ejes de sentido” comunitarios, independiente y simultáneamente entre los distintos actores. Por su parte, el lenguaje del arte nos deja el camino expedito para llegar a ese imaginario colectivo, reconocible y compartido a través de los colores, formas, materialidades, sonidos, palabras, lugares, costumbres, olores, sabores y un largo etcétera.