La Viña, sus paisajes, las personas, sus labores, sus materialidades, su oralidad y memoria, sus formas y colores nos ofrecen un rico material para la imaginación, en estos días en que el pueblo se viste de fiesta para celebrar la semana viñana, o más bien, festejar la dicha de compartir este territorio y su entorno natural y social. Son tantos los elementos que se entrecruzan: el trabajo, el hogar, la naturaleza, los rituales, ceremonias y fiestas. En este proceso, hemos sido testigos de como se entrelazan los universos simbólicos en forma y contenido. En las siguientes imágenes podemos visualizar y revalorar colectivamente aquella iconografía visual, oral y simbólica que siempre ha estado ahí, pero que ahora está sobre la mesa, también como un ejercicio de autovaloración cultural. Y desde ahí, hacer expedito este viaje, que en gran parte, busca poner en contacto también a diversos grupos que tienden (en el mundo globalizado) a fragmentarse, como por ejemplo los niños y jóvenes, con los adultos. Pero que ahora, vemos cómo se vuelven a integrar como comunidad, de la cual comenzamos a sentirnos parte… y dichosos de convivir este alimento para el alma y la creatividad.