Desde el comienzo de la residencia en Amolanas fueron llegando guitarras, algunas desafinadas, otras sin cuerdas, sin puente, también aparecieron acordeones y otros instrumentos. Los vecinos, apoderadas y las niñas y niños de la escuela buscaron siempre instancias para hacer preguntas sobre cómo se toca, o se afina el instrumento con ánimo y curiosidad por aprender y expresarse.