No sólo para el proyecto «Chelín memoria viva» sino para cada ocasión que pueda significar un premio o una salida de paseo más allá de los límites marítimos de la isla, los chicos de las escuelas participan y preparan trabajos de arte que les puedan significar viajar, conocer otras personas y socializar. Chelín en si misma es una entidad cultural. Una que está más allá de las programáticas gubernamentales, una que traspasa la historia, una que no atiende burocracias, llenados de papelería o planillas excel. Una que está por sobre los sondeos y cuadros estadísticos, esos que nunca sabemos a dónde van a parar o si algún funcionario los revisará alguna vez en su vida laboral. Chelín es rico en cultura y en producción. Siempre lo fue y nunca necesitó de las salmoneras que fueran a «salvar» económicamente a la Isla. Lo único que esta cultura de la competencia económica ha instalado en la isla es la fractura del trabajo comunitario, el individualismo y el deseo de «tener plata en los bolsillos» aunque no se sepa para qué. Aunque no se necesite y sólo sirva para comprar computadores y teléfonos celulares que sólo hacen más individualistas y aislados a los habitantes de la Isla. Con todo ello, los chicos siguen dibujando.