Cuando llegamos a San Rosendo, en nuestras mentes teníamos muy claro lo que queríamos hacer, generar una red articulada de producción y reproducción cultural entre la comunidad y la diversidad de organizaciones sociales existentes en San Rosendo, vinculadas a un proceso de gestión y animación de un espacio único o punto de cultura que las agrupe. Mediante este centro o punto de cultura íbamos a visibilizar las expresiones artísticas y culturales de la zona, identificar y fortalecer los liderazgos comunitarios para fomentar la autonomía y el empoderamiento de la comunidad, para que superaran la lógica asistencialista. En el proceso de gestión y animación del espacio íbamos a visibilizar las expresiones artísticas y culturales de la comunidad, generar un intercambio horizontal de saberes y conocimientos entre la comunidad y nosotros, los “artistas” residentes, revelar el patrimonio y la memoria histórica, social y cultural desde una perspectiva crítica y desarrollar una serie de actividades artístico-culturales con la comunidad, todo esto mediante la apropiación de un espacio público/municipal y caracterizándolo como un bien de propiedad común con la comunidad, una “Casa Abierta” para todxs.
Claro está que una cosa es lo que teníamos en nuestras mentes, y otra es la praxis misma. Por un lado en nuestra primera visita nos encontramos con el Karro Cultural, un grupo de jóvenes que realizaba actividades culturales con niños y niñas de distintas poblaciones, muy entusiasmados con la residencia, y a quienes teníamos pensados como nuestros grandes colaboradores. Pero cuando llegamos finalmente en Octubre, el Karro Cultural pasaba por una crisis interna donde fue afectada gravemente la musculatura social con la que contaba, reduciendo a nuestros grandes aliados estratégicos a 3 personas, 1 mayor de edad y 2 menores. Por otro lado, en nuestras expectativas se encontraba la participación activa de más miembros adultos de la comunidad, pero al pasar el tiempo nos fuimos dando cuenta que era muy difícil esperar dicha participación cuando la mayoría de los miembros adultos de la comunidad trabajan en faenas mineras en el norte del país, en su mayoría hombres, y las mujeres son dueñas de casa o tienen pequeños negocios de comida, almacenes o bazares, por consiguiente nuestro gran público asistente fueron niños y niñas del sector donde estábamos emplazados. Una vez que nos encontramos con este “curriculum emergente”, de forma natural nuestros aliados estratégicos principales pasaron a ser la Municipalidad de San Rosendo y su Encargada de Cultura, por lo que nuestro objetivo de fomentar la autonomía y el empoderamiento de la comunidad dejando atrás las lógicas asistencialistas imperantes, pasó a ser la última prioridad del proyecto, y nuestro objetivo de fortalecer los liderazgos comunitarios, mutó en la praxis en reconstruir el tejido social del Karro Cultural. Un tercer aliado estratégico fueron los chicos del Centro de Estudiantes del Liceo Isidora Aguirre Tupper, por lo que, nuestra Red articulada de producción y reproducción cultural que gestionaron y animaron el Salón Cultural Juan Garfias, se compuso en un inicio del pequeño grupo del Karro Cultural que quedó después de la crisis, de la encargada de Cultura del municipio, el Alcalde y su círculo cercano, algunos miembros del Centro de Estudiantes del LIAT y algunos niños y niñas que se quedaban todo el día en el Salón buscando algo que hacer.
Con este grupo inicial estuvimos todo el primer mes ambientando el Salón Cultural para transformarlo en nuestra “Casa Abierta”. Mientras teníamos reuniones con los clubes de adultos mayores y la dirección del Liceo, nos dimos cuenta que la participación de ellos sería de manera más pasiva que activa, por lo que enfocamos nuestros esfuerzos en dar apoyo al Liceo, poniéndonos al servicio de sus necesidades, y pensar en los adultos mayores y en los niños y niñas de la comunidad como nuestro gran público específico. Así, teniendo claridad en nuestra Red, habiendo mutado algunos objetivos específicos, y teniendo claro quiénes serían nuestro “público”, nos lanzamos a llevar a cabo nuestra programación y a convocar a los “Ex-Karro Cultural” a que participaran de esta Red, los cuales poco a poco se convirtieron en grandes colaboradores, no importando las diferencias que tenían con el grupo con el cual quebraron meses atrás.
Así fue como fuimos aprendiendo qué actividades motivaban más a nuestra Red y nuestro público objetivo, fuimos buscando artistas locales, visibilizando sus expresiones artísticas culturales, fuimos aprendiendo al calor de la praxis del ethos de San Rosendo y ellos fueron teniendo distintas perspectivas para verse a sí mismos. Así, en un abrir y cerrar de ojos, pasaron 2 meses y nos quedamos cortos de tiempo, no porque no cumplimos con la mayoría de objetivos propuestos o no quedamos contentos con los resultados (exceptuando claro está los objetivos que mutaron o abandonamos por no contar con las condiciones preexistentes para lograrlo), sino porque fuimos identificando al calor de la praxis más necesidades culturales no resueltas, un mayor número de posibles espacios de intervención y actores colaboradores, y que en gran medida la supervivencia de la pequeña semilla que plantamos con nuestra Red en la comunidad San Rosendina, está intrínsecamente ligada con el desarrollo económico de la comuna. Es por esto que el liderazgo en materia cultural, solo puede por el momento ser llevada a cabo por la I. Municipalidad de San Rosendo, la cual tiene como desafío articular una Red más amplia que de soporte y flujo a un desarrollo económico cultural que permita rearticular el tejido social y configurar el Ethos de San Rosendo.