Ya estamos prácticamente aclimatados acá en Pichidangui. Ya descubrimos el ritmo del lugar, su humedad, sus infinitos zancudos que principalmente atacan a los más pequeños de la familia ( Teo y Cala nuestros pequeños), la gran variedad de plantas y jardines, su gente amorosa y hospitalaria, la playa que tiene de las mejores arenas para construir castillos ( el Teo y la Cala ya la aprobaron), la “hora dorada” que le pusimos con la Camila al momento donde se pone el sol y todo, absolutamente todo se pone dorado como los rayos del sol, y por último nuestro segundo hogar: la escuela, que cada vez nos parece más propia. Los niños nos buscan con sus ojitos desde que alguno de nosotros entra hasta que sale, saben ya quiénes somos y que cuando aparecemos en su sala algo divertido se viene. Ya con el director hablamos de la venida de Esec Tapia, un artista urbano que vendrá a crear un mural en la entrada de la escuela donde la idea es que participe toda la comunidad educativa. Le pareció muy buena idea para cambiarle la cara a la escuela (¡bien, ya tenemos su aprobación!).
Hoy trabaje con el 5° básico, fue nuestra primera clase y todo anduvo mejor de lo que espere. Los niños se interesaron desde un comienzo en lo que les propuse, vimos referentes de arte urbano con el fin de introducirlos y motivarlos para cuando llegué Esec Tapia y también para cuando trabajemos con Amapolay, dos artistas peruanos que vendrán a impartir un taller de serigrafía para los niños de 5° a 8° básico. les mostré videos donde podían ver cómo trabaja Esec Tapia y también vimos parte de “Exit through de gift shop” el mocumental de Banksy el famoso artista urbano británico. Los niños estaban sorprendidos y motivadísimos con lo que ya les había mostrado, son un grupo muy interesante para trabajar pues son atentos y entusiastas, se notaba una mano diferente a otros cursos. Después conversando con Patricia, la profesora jefe, me di cuenta que era su mano, ella tiene las cosas bien claras de qué es lo importante y qué no, sabe cómo enfocarlos y sacarles su potencial.
Vimos también el trabajo que hace Amapolay con sus diseños originales y les llamó la atención todo y todo también lo preguntaban. Hablamos harto, ellos me preguntaban cosas de nosotros y yo les preguntaba sobre Pichidangui. Les pedí que escribieran en una hoja lo que ellos creían que representaba la identidad de Pichidangui y me llamó la atención lo asertivos que fueron en sus respuestas, no por que pusieran algo en particular sino porque noté inmediatamente que entendían de qué estaba hablando con “identidad cultural de Pichidangui”: me nombraron la importancia del Congrio, los locos y los erizos, el pez Pejeperro que es típico y propio de Pichidangui, el Palo Colorado (uno de los pocos árboles autóctonos y propios de la zona), la virgen de Palo Colorado (un mito propio del lugar), el mar y la bahía, el valle Quilimarí, los hombres rana, el cerro Santa Inés, que es el cerro que pareciera “chorrear” niebla por las mañanas y la isla Huevos donde cuentan que se pueden ver pingüinos. Quedé positivamente sorprendido con todo lo que me habían contado y me sorprendí aún más cuando ellos mismos me hablaron de “el artista” de Pichidangui: Fernan, un pintor y pescador de acá que ya el Dereck me lo había presentado y que nos parece muy importante crear vínculos con él.
Por último, para conversar el tema del agua vimos el corto animado boliviano “La abuela grillo”, que es nuestro corto favorito para introducir el tema y la reflexión en torno al problema del agua en la escuela: es para toda edad, es atractivo, abstracto y al mismo tiempo muy claro de cuáles son las problemáticas del agua que tenemos a nivel mundial, con un lenguaje y una estética muy latinoamericana. A los niños les encantó, comprendieron muy bien la trama, los símbolos y tuvimos importantes reflexiones en torno al problema. En definitiva, fue una exitosa jornada, un buen grupo y también un buen comienzo para los procesos que se vienen.