Lidia es una mujer de esfuerzo. De forma desinteresada y al verme con una cámara fotográfica en mano me invita a hacer un recorrido por su campo y su casa centenaria típica de Chiloé. Según cuenta la trata de mantener en las condiciones originales a costa de que se vuelva inhabitable para su familia. Esto, sugerido por turistas que la han indicado el valor histórico patrimonial del caserío que fuera propiedad de sus suegros. En ella se puede ver el fogón original que aún usa para ahumar sus productos. La gratitud de Lidia no sólo me propicia un agradable y ameno recorrido por sus bellas tierras sino que además me entrega un dato fundamental para el proyecto: ella ayuda a su vecina Ema que vive frente a su casa centenaria, Ema es una abuelita de 80 años con muchas historias por contar y ganas de recibir visitas.