Son las 19:00 horas del 28 de diciembre y no anda un alma en la calle. Esperamos hasta las 19.30 y nadie llegó a la actividad convocada. Un aire de pesimismo trató de envolvernos, pero se disipó entendiendo que la última semana del año es complicada. El trabajo con los niños durante el período escolar fue expedito, sin embargo, después de las vacaciones ha sido difícil reintegrarlos a las actividades, ya que la mayoría de los teléfonos de contacto están fuera de servicio, no hay un acceso a buena señal telefónica, o claramente para los viñanos el contacto virtual o telefónico no es indispensable. Intentamos contactarlos en sus domicilios, pero muchas casas no tienen una numeración oficial, o bien no se encuentran en sus hogares por las ya mencionadas arduas jornadas laborales de la comunidad. No perdemos la esperanza de darle continuidad al intenso trabajo generado con los niños durante noviembre y diciembre mientras aún eran alumnos regulares, donde pudimos cargarnos de la energía de la tierna infancia y juventud, y empaparnos de su espíritu ecológico, sus ganas de libertad y aire puro, esperanzas, temores, descontento, alegría, y por supuesto, sus ganas de recreación lúdica y múltiples formas de expresión, que no están tan lejanas del mundo que hemos convivido con los adultos mayores. Llenos de optimismo, pedimos el vehículo municipal para el perifoneo y organizamos una convocatoria para el sábado 05 de enero, con la idea de activar la querida y antigua tradición viñana del “paseo al cerro”, y ahí generar acciones de senderismo y una actividad lúdica en la planicie del mirador, que permite una vista privilegiada de La Viña.