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Residencia: El repliegue de Palmilla Palmilla - San José del Carmen, O'Higgins - 2017 Residente: Carlo Mora
Publicado: 20 de diciembre de 2017
Julio Escobar, pintor de Palmilla

A continuación posteamos el escrito que realizó Gonzalo Arqueros sobre Julio Escobar para la exposición del 22 de Diciembre, instancia que además será el hito de cierre de nuestra residencia:

 

Don Julio Escobar (Pichilemu 1945) llegó a Palmilla en el otoño de 1958, poco antes de cumplir los trece años. Escolar inquieto como todos los niños de su edad, se dedicó entonces a recorrer los alrededores y a vagar intensamente fascinado por el nuevo panorama. El barullo del comercio, el brillo de las faenas agrícolas, la atmósfera luminosa de los campos labrados, la profundidad del paisaje natural, la tierra, las flores, los árboles, las montañas, fueron su mayor estímulo visual. Cuarenta años después, la persistencia de ese estímulo y el recuerdo de aquellos lugares memorables le llevaron a producir el conjunto de cuadros que conforman su obra pictórica, de la cual hemos seleccionado la serie que forma esta exposición.

Quién camina se abre a la curiosidad y el asombro, se expone a las sensaciones que producen todas las cosas que se dejan mirar, oír, tocar, oler. Don Julio quiso desde siempre organizar sus sensaciones visuales y transformarlas en figuras e imágenes. Se las arregló entonces para realizar pequeños dibujos a lápiz en los que fue ordenando lo que veía en composiciones con sentido y carácter de paisaje. Del mismo modo en que muchas personas llevan un diario para anotar sus vivencias de todos los días, don Julio acumuló dibujos que fueron como las páginas del diario en que periódicamente anotaba sus visiones. Esos dibujos, hechos para no olvidar lo visto y para fijar la idea de cada composición se perdieron hacia 1989 cuando él y su señora se instalaban en su actual casa de la calle Aníbal Pinto, de modo que cuando comenzó a pintar ya no tenía a la vista sus anotaciones.

Pintura de memoria o “por pensamiento” como el mismo nos advierte, la obra pictórica de don Julio Escobar registra la visión de lugares del pasado, sitios que ya no existen o de los que sólo quedan vestigios y recuerdos dispersos en el tiempo. Su pintura es también imagen del gusto y la fascinación que desde niño sintió por lo visible. Todo lo que ha dibujado y pintado ha sido para él especial, pues se trata de cosas y motivos que le gustaba “mirar”, escenas y paisajes que le llamaron la atención porque vio en ellos “la estructura”. Le encantaba observar la relación entre las partes que componen los conjuntos de motivos característicos del paisaje, el diálogo entre los elementos le hacía pensar. Le fascinaba la visión de las montañas lejanas que se ven a través de los árboles o bajo el arco de un pórtico, el rojo vibrante de la buganvilia contra un muro blanco, lo mismo que la apacible corriente de un estero fluyendo bajo los puentes. Por eso los cuadros de esta exposición no sólo representan sitios reconocibles de Palmilla y su pasado sino que también registran la fina inteligencia plástica y visual de su autor.

Cada composición nos pone ante un arreglo diferente entre las partes y elementos que representa, ya sea que éstos se organicen desde el centro del cuadro, como ocurre en El Monolito a la entrada de Palmilla en planos curvos que dan movimiento al cuadro como en Entrada al Parque El Huique; con planos diagonales que fijan la mirada como en Llavería o con rectas y segmentos que conectan con el fondo de árboles como en Antiguo puente Los Maquis.

Junto a la anotación de las características específicas que diferencian los árboles y plantas, también encontramos el registro de la transparencia y lucidez del follaje, como en San Rafael y Virgen de San Rafael. Observamos el predominio de los tonos verdes y rojos junto con tonos terrosos, distribuidos según el sentido descriptivo que tienen todas estas pinturas, como resumen de los elementos naturales: sepia para la tierra, blanco y rojo para las casas, verde para el follaje, azules para el agua y celestes para el aire y el cielo.

De manera similar a como hicieron los grandes maestros de la pintura occidental, la naturaleza visible queda cifrada en una gama precisa de colores y distribuida en una estructura de líneas y planos que se conectan y encajan sólidamente entre sí. Lo mismo sucede con la luz y la sombra, intensa o tenue, siempre teñida con el tono general de cada composición y repartida cuidadosamente según se presenta en cada zona clara u oscura.

Témpera mezclada con cola fría sobre tela, cartón o tabla es la sencilla materia de la que está hecha la obra de don Julio Escobar o “Julin”, como él firma sus pinturas. Esta exposición quiere hacer justicia a su trabajo pictórico y reconocer el mérito y la calidad estética y plástica de su obra, haciéndola visible para toda la comunidad.

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