En una mañana muy helada y acercándose la lluvia a pasos agigantados, llegamos a una misión con los Artesanos de Longaví, pero antes, en su acogedora pérgola, nos esperaban con un conversado y ameno desayuno. Con exquisiteses preparadas por ellos mismos, nos alentaron y dieron fuerzas para conseguir nuestro objetivo.
En misión comando tomamos nuestros pinceles e inventando colores nos pusimos manos a la obra para terminar el Mural de los Artesanos de Longaví, entre miradas, detenciones y préguntas de los transeúntes, o de algún personaje amigo que entre miradas coquetas y al ritmo de su armónica, nos aventuraba en su música.
Ya al pasar de las horas, refugiados en la pérgola, siendo alcanzadas por la lluvia y el tiempo, tuvimos que dejar la labor por una insistente, invitación para almorzar y un merecido descanso.
No logramos esta vez terminar el mural de los Artesanos pero ya tenemos la misión final, que no sólo será terminarlo y el desayuno, sino que además será entre empanadas y por supuesto entre las buenas conversaciones.