Nada hacía presagiar que un día como cualquiera, en la apacible vida de Longaví, ocurrirían los sucesos que ahora les pasamos a relatar:
Cuando íbamos llegando al pueblo notamos que los carabineros estaban con guantes y en la calle revisando unas bolsas, lo que hizo que nos estacionáramos a una cuadra de dicho suceso, casi obligados por nuestra curiosidad, caminamos rodeando el hecho que ocurría cerca de la comisaría, sin poder saciar nuestra intriga, pasamos de largo y caminamos a nuestra cita con los artesanos de la agrupación “Aliwen”. Sostuvimos una buena conversa, coordinamos detalles y nos marchamos después de un buen abrazo.
Regresamos por las calles céntricas de Longaví, abasteciéndonos de los menesteres que prescindían en SITIO, pero al llegar al auto… OOOH!, (asombro!!!) nos habían chocado el auto, la puerta hundida y el vidrio de atrás del copiloto quebrado, pero cual detectives, y más rápido que la luz, tuvimos en nuestras manos al “hechor”, con patente y video en mano nos fuimos a poner la denuncia, pero cual sería nuestra sorpresa, al llegar, averiguamos de qué trataba el caso guantes y bolsas, que pasó a ser la “vedette” de la noticia regional y por qué no decirlo, nacional (literalmente hablando y con el debido respeto que se merece la muerte de un carabinero).
Resultado, 3 días de duelo y un pueblo revolucionadamente unido en apoyo al nuevo mártir Longaviano.
Así que esa tarde, con plástico para capear el viento de la ventana rota del auto, llegamos a nuestra visita al Museo El Canario, donde nos esperaba nuestra gran amiga Isabel, aún asustada por el estruendo vivido la noche anterior, producto de la tormenta que a su paso le desarmó el techo, le botó algunos árboles y aplastó a sus preciadas flores, paradójicamente nos esperaba con un florero lleno de rosas frescas, ansiosa de ponernos al tanto de lo mal que lo pasó.
Llevamos frutillas para compartir, que compramos en la plaza, y ella no pensó en nada mejor que animar la conversa con un “Clery”, que no hay problema que no arregle. Así se inició una amena velada, entre cámaras y flashes, descubrimos todo el apego de Isabel a este lugar, y esa noche nos fuimos a SITIO entre los oscuros potreros cansados, pero llenos de aventuras.