Nos vamos con Fidel -un hombre de unos 70 y tantos años, ex dirigente social del partido comunista, activista, ecologista, amante de la naturaleza y activo dirigente campesino- a unos 15 kilómetros de Sitio, hacia la pre cordillera de Longaví.
Nos invitó a ver sus tierras, aquellas en las que se refugió para el 73, en los años de clandestinidad, donde hay un cementerio mapuche en lo alto de un cerro, desde donde se pueden ver las montañas y los lugares donde vivían sus ancestros.
Fidel no paraba de contarnos la anécdota de cada rincón que nos mostraba, escondido detrás de su picardía y de una profunda mirada azul.
Lo que vivimos in situ fueron maravillosas imágenes de cuencas pre cordilleranas con pequeños valles, seguramente cubiertos por agua alguna vez, caballos corriendo libres, y hoy espantosamente atravesados por grandes torres eléctricas.
Hablamos de la expropiación que se está haciendo, y que no se sabe bien con qué motivo, que él cree que hay algún chanchullo de alguien detrás, que él no venderá su tierra, que la defenderá, y diciendo esto, nos muestra un campo de rosas mosqueta que cuida y atesora, así como cada árbol nativo, ni siquiera saca los camarones que viven a la orilla del estero… yo con un tacho con leche, miel y avena tengo para el día, asegura con una voz pícara!
Nos despedimos de nuestro amigo Fidel, entre las huellas de las serpientes, las ramas y hierbas, y nos vamos con la naciente noche estrella.