Con Nicole tuvimos que ausentarnos un par de días en la Isla. Los compromisos de Valparaíso y una justa recarga de energía para este tramo final, cortaron necesariamente con los 45 días que llevábamos sin salir de la Santa María.
A nuestro regreso nos esperaba un grupo totalmente integrado con el entorno: Andrés, Mariano, Pía y Valeria, que estuvieron esta semana acomodando detalles del taller que hemos montado en la casa y también siguieron el trabajo con las señoras costureras de Puerto Sur. Un barco, una residuoteca, un cargamento de banderines, bolsos y letreros nos recibieron entusiastas. Internamente, las reflexiones y directrices sobre cómo encausar el proyecto también habían mutado; el mapa esquemático del proyecto se había transformado en la pared completa, como esos memes de gente que intenta explicarte la trama de Juego de Tronos o las reglas de Catán. El escenario era Dantesco.
Luego de un paseo hacia la Punta de Lobos nos sentamos a planificar. Ahora que somos caleta podremos repartirnos para abordar los distintos focos: Por un lado, Pía y Valeria seguirán con las señoras trabajando el tema de la bolsa, un dispositivo que hemos pensado puede vincularse con la idea de recolección de residuos, a la vez que pone en práctica la deconstrucción de prendas en desuso. Por otro lado, Nicole, Andrés y yo (Consuelo) seguiremos trabajando con las chicas y chicos de Puerto Sur el concepto de Nakama y la creación de sus herramientas. Por último, Marian seguirá en el diseño y gestión para la implementación de espacios para que este trabajo pueda seguir su curso.
Hemos conversado con el Liceo de Puerto Norte y la escuela de Puerto Sur para que en ambos lugares pueda quedar un espacio para que los niños y las niñas que nos han acompañado en el proceso de la residencia, puedan seguir pensando en formas de reutilizar los deshechos que se producen en la isla, de la forma que ell@s estimen conveniente: Las Residuotecas.
Al comenzar el proyecto teníamos la idea puesta en la vinculación de ambos puertos, como un objetivo general que nos sobrepasaba con creces, pero a medida que ha pasado el tiempo, la isla nos ha demostrado que las acciones son muy simbólicas y significativas para nosotros como equipo, pero poco transcendentales para los habitantes, que necesitan materializar lo más rápido posible. Esta es la función de las residuotecas, un lugar en el que se pueda materializar y a la vez se generen equipos de trabajo. A la larga ell@s seguirán eligiendo vincularse con quienes estimen conveniente, pero al menos habremos construido entre tod@s espacios para hacerlo, sin dejar el juego y el doceñaje de lado.