Llegamos a eso del medio día al final de la calle 5 norte, al Cementerio de Longaví, fundado por el obispo de Concepción en el año 1909, situado en aquel entonces en la esquina nororiente del potrero el Despacho, terreno regalado por Eguiguren Urrutia.
Es un día soleado de primavera, e impresionan las flores que se asoman por todos lados, es un cementerio chiquitito, a nuestro parecer alegre, mucha gente visita el lugar y trabaja reponiendo flores y regando.
No se conoce un lugar si no se va al cementerio, la ciudad de los muertos habla mucho de los vivos y del lugar en que se está.