Partimos temprano para reunirnos con María José y Sandra, una dirigenta histórica de la zona de Quilamuta. Conversamos bastante rato sobre distintos temas, pero principalmente para tratar de desenredar la madeja que está bastante enredada en relación con los cantores, las asociaciones, la municipalidad, los y las agentes particulares que se “mandan las partes”, o que “corren por cuenta propia”. Se nos va la mañana, estamos casi dos horas chachareando. Conversar es sano, pienso, lo único que se puede hacer por ahora, pienso también. Seguimos la conversa en un restaurant de San Pedro, carne con papas fritas, bebida. A esta altura hemos llegado a la conclusión de que los problemas solo se pueden solucionar en torno a un asado. Sandra, que es la secretaria de la Agrupación de cantores de San Pedro, llama a algunos de los dirigentes para convocar una reunión extraordinaria esa misma tarde, ordinaria dicen ellos y se ríen. Vamos para La Patagua (yo le he dicho toda la mañana Las Pataguas, a lo cual me han corregido insistentemente). Llegamos allá, conversamos de los temas, el libro, los discos, los cantores que van, los que no, los que cantan bien, los que no, se mezclan las categorías, lo estético, el género, la edad, el prestigio, lo turístico, lo cultural, lo bueno para todos, lo bueno para unos pocos, la inclusión… en fin. También revisamos algunos libros antiguos. La única solución próxima está en realizar un asado el domingo, allí juntar a los cantores y cantoras, comer, beber, conversar, salirse de los lenguajes formales, re-encontrarse, pasarlo bien. Quedamos en que Jorge, un cantor, comprará los pollos y la carne en Santiago ya que tiene una movida. Propongo hacer un cordero, pero me dicen que a las personas mayores no les hace muy bien. Que lastima. Quedamos en pollo y chuletas, vino de Cauquenes (que Gastón traerá especialmente) y verduras. La cosa será en terreno neutral, en una sede que nos conseguimos en San Pedro, al centro de todos los sectores. Esta será la primera reunión masiva y heterogénea de la residencia, esperamos que concurran alrededor de 40 personas. Luego vamos a buscar la llave de la sede donde la Sra. Luisa en el sector de Quincanque. En el auto conversamos animadamente con Sandra, quien parece conocer cada rincón de su comuna. Quincanque queda hacia el norte de la comuna, al lado del río Maipo. A medida que avanzamos la vegetación es cada vez mas profusa y aparecen los cactus o quiscos que no se ven en otros sectores. Los quiscos dan un fruto que se llama “Llillay” o también “Güillabe” que al parecer es muy sabroso. Luego vamos a dejar a Sandra a su casa al lado del cerro Quilamuta, que hace poco se quemó por completo. Nos invita a pasar para que conozcamos su museo: piedras fosilizadas, calabazas con formas, cuadros pintados por ella, injertos de plantas, colecciones de botellas y una variedad extraordinaria de cosas. Luego pasamos a su terreno donde tiene frutillas en un invernadero. Sandra al igual que la mayoría de los habitantes de la comuna se dedica a las frutillas. Ha construido el invernadero para poder tener producción en el invierno. Nos regala una caja de frutillas exquisitas que seguramente se convertirán en Clery (manera más eficaz de conservar las frutillas, según los entendidos en el tema). Fuera del invernadero también cosechan. Allí esta su marido y otras personas trabajando bajo el sol implacable de la zona central. Sandra es una mujer maravillosa. Es bueno conocerla y poder trabajar en el futuro con ella.