BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Retrato en las Alturas Putre - Ticnamar - Belén, Arica y Parinacota - 2016 Residente: Catalina Garretón Matzner
Publicado: 2 de noviembre de 2016
Día de las almas

«Los aymara consideran que el alma o ánima e es un fluido-físico que puede ser descrito como vapor o resuello, asimismo piensan que en el corazón –que es el centro de la persona– se ubicarían las tres almas o tres sombras: mä ayu (primer ajayu), pä ajayu (segundo ajayu) o animu y kimsa ajayu (tercer ajayu) o coraje. El animu circula por el cuerpo, subiendo al cerebro o bajando al corazón, proviene de la tierra y se va al cielo cuando llega la muerte, convirtiéndose entonces en alma, pero su transformación es un proceso largo que supone un viaje de mucho esfuerzo. Por otro lado, los aymara reconocen el «alma nueva» o manchaq alma, que es el de una persona recién ha fallecido, las que son conmemoradas, especialmente, en la fiesta del día de Todos los Santos.» (Gavilán et al., 2011).

«La Fiesta de Todos los Santos, es la fiesta de los muertos que llega a Amércia con la conquista española, pero se cree que en el mundo andino precolombino, en Noviembre también se celebraba un rito en honor a los difuntos. Así por ejemplo, los aymara piensan que para el 1 de Noviembre las almas de los difuntos llegan a sus casas y por ello los familiares deben prepararles un altar con comestibles. Ese día los vivos y los muertos están juntos durante algunas horas, y parientes y amigos de los difuntos deben comer en abundancia para alimentar a las almas que los dejarán en paz por un año si se les ha brindado suficiente comida. Por eso los vivos deben comer mucho, pues las almas se alimentan a través de ellos del espíritu o el «jugo» de las cosas. Luego de veinticuatro horas, a las doce del día del 2 de Noviembre, se va al cementerio a despedir a las almas con cantos y rezos, challando (brindando y asperjando) con vino u otros licores la tierra.» (Mercado et al., 1997).

 

«El ajayu puede también emigrar del cuerpo, sobre todo durante el sueño, pero tambien a causa de sustos o porque espíritus malos lo capturan.»[i] (Van den Berg, 1985).

Los mayordomos de la festividad de las almas en Belén me invitaron a asistir y participar de esta fecha tan importante, con el compromiso de registrar la festividad y de ayudarles en los preparativos, ya que los mayordomos se hacen cargo de todos los detalles de la tradición recibiendo a la comunidad en su hogar. La micro va más llena que nunca, con arreglos florales, coronas y comida. Me arrincono en un lugar encima de la rueda posterior del bus, el asiento no se puede desplazar hacia atrás, con mi mochila encima me duermo todo el camino y sueño con el camino, los cerros, las plantas, los animales, personas vivas y muertas, todo se funde y me despierto en una curva.

Al llegar me doy cuenta de que todas las familias en las cuales su difunto no lleva más de tres años fallecido, están preparando un altar en sus casas. El altar consiste en un arco de ramas de eucalipto adornado de coronas de flores de papel, respaldando una mesa llena de panes dulces con diversas formas: cruces, escaleras, niños, animales e instrumentos musicales dispuestos de forma específica en una jerarquía piramidal, donde la cruz y la escalera iban en la parte superior. Hay comida, dulces, fruta, cebollines, alcohol y aparte en otra mesa hoja de coca sobre un aguayo. Para comenzar el cura bendice el acto haciendo una oración y se procede a pawar el altar de los mayordomos, ésto consiste en una ofrenda al difunto y un permiso a la tierra, se remueven las hojas de coca del aguayo y se esparcen en el altar en la foto del familiar y en las cabezas de los asistentes diciéndose «que sea a buena hora», brindando con diferentes licores y ofreciéndole a la tierra antes de beber uno. Esto se repite en cada casa que recibe a su difunto y se recuerda a la persona hablando sobre ella o él en vida. Posteriormente asisten a una misa en la Iglesia de San Santiago, para finalizar el día repartiendo el pan de los altares y compartiendo un «caliente», el vino navegado andino.

Al día siguiente la gente llega a comer desde las 8:00 de la mañana. La comida que se sirve se llama kalapurka un plato  típico andino que consiste en un caldo con carne papas y locoto. A las 12:00 del día partimos al cementerio con incienso, velas, un bracero, un aguayo con coca, las mismas coronas de flores del altar, vino y cerveza. Ayudo a prender velas en la cruz de las ánimas y registro parte de la misa. Al finalizar la ceremonia católica se pawa la Cruz de las Animas, la que da el pase a las familias para pawar las tumbas de sus seres queridos bebiendo y compartiendo con ellos. La mayoría de los que asisten al cementerio van a almorzar a la casa de los mayordomos. Ayudo a servir y conozco a algunos beleneños y beleneñas que viven y trabajan en Arica, les comento sobre la residencia y el trabajo que hemos estado realizando con los niños en las escuelas y con los adultos en la sede, sobre la idea de dejar un taller con herramientas para la comunidad.

En la noche se juntan todos nuevamente en casa de los mayordomos. Asiste un músico que vino especialmente de Putre para cantar unos tristes de la kacharpaya para la despedida de las almas. Se canta y se baila por cada muerto en castellano y en aymara. Salimos de la casa y recorrimos el pueblo cantando, hasta llegar camino al cementerio, reunidos en una fogata, se mezclan las personas, la hoja de coca como alimento espiritual y elemento sagrado, se pawa nuevamente y se sigue cantando y bailando para despedir sus almas.

[i]

Extractos sobre la cosmovisión aymara del libro «Mitos de Chile, Enciclopedia de seres, apariciones y encantos» de Sonia Montecino Aguirre.

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