No se pierde el tiempo en esta isla. Luego de cerrar (o abrir) el ciclo con las niñas y niños de Puerto Sur, nos dispusimos a construir la RESIDUOTECA de Puerto Norte. La misión es levantarla en tres días, porque el calendario cada vez se va apretando más y las actividades necesitan cumplir los tiempos que hemos ido negociando con la isla, su clima, su gente, nuestra energía y nuestra residencia. Vamos por día.
Día 1: Amanece en el sur de Isla Santa María, nos levantamos con un café recién hecho, frutas variadas y avena para desayunar, cogemos fuerzas y nos disponemos a viajar al norte. Llevamos guantes, taladro, martillo y material de limpieza. Como ya es habitual, hacemos dedo para llegar al otro lado de la isla, ahí nos esperan las profesoras de Puerto Norte, un grupo de madres voluntarias y algunos alumnos de enseñanza media. Inmediatamente nos ponemos manos a la obra. Lo primero es vaciar el espacio, sacamos todo fuera, revisamos las goteras y abrimos un vano en el techo para hacer un tragaluz, desinfectamos con cloro y clasificamos todo lo que allí encontramos. Aparecen tesoros ocultos por el paso del tiempo, libros que son transportados a la biblioteca por los alumnos, material de deporte, maderas, clavos, herramientas, cristales, pizarras… Es una dura jornada de trabajo, todos y todas arrimamos el hombro al más puro estilo Nakama, que se hace más llevadera con un delicioso almuerzo que nos ha preparado una de las profesoras, conversamos y seguimos con la limpieza. A última hora hemos logrado nuestro objetivo del día, todo queda despejado y limpio, en la tarde regresamos a casa para reponer fuerzas.
Día 2: Segunda jornada de trabajo, ordenamos el espacio para que todo tenga su sitio, acabamos de instalar el nuevo traga luz y se nos suma al equipo TOTO, amiga ilustradora porteña que nos acompañará y aportará con su experiencia para la realización de un futuro fanzine sobre las residuotecas de la Isla Santa María.
Cuando todo está en su sitio, empezamos con el embellecimiento del espacio, pintamos las puertas de colores vivos que encontramos el día anterior, atornillamos, clavamos y distribuimos los muebles según las necesidades de los espacios, mesas de trabajo para el taller, el baño se convierte en un improvisado almacén de pintura, la habitación más grande para almacén de material de deporte a la izquierda y tecnología a la derecha, otra habitación para almacenar materiales que van apareciendo y el espacio central con una pantalla de proyección, mesas para trabajar y un colorido mueble con cajones para guardar los materiales más específicos de cada actividad.
Almorzamos, una vez más invitados por cortesía de la profesora Katy y hacemos un último esfuerzo para dejar todo lo más avanzado posible. Hoy ha sido otra productiva jornada de trabajo por lo que regresamos a casa, cansadas pero con la satisfacción del trabajo bien hecho.
Día 3: Tercera y última sesión de trabajo en la RESIDUOTECA de Puerto Norte, esta vez llevamos carteles, banderines, engrapadora, spray de pintura y pinceles. Hoy toca ponerle color. Montamos un letrero donde se lee “residuoteca” reutilizando piezas de madera de un juego de construcción, pintamos las mesas, colgamos banderines y recibimos una amistosa visita de los más peques del centro, el pre-escolar, que se quedan maravillados con el colorido que le estamos poniendo al lugar. Somos rápidos y eficaces, las profesoras y profesores se acercan curiosos a ayudar y ver los avances que hemos logrado en estos tres últimos días y comprueban como aquella vieja casa de profesores donde se han ido almacenando y amontonando todas esa cosas que caen en desuso, en apenas 72 horas se ha convertido en un espacioso y colorido espacio donde apetece entrar a trabajar, hacemos unas fotos y dejamos un mensaje de bienvenida a los futuros recicladores de puerto norte. Por ahora pararemos con esta residuoteca para enfocarnos en el fanzine de TOTO.
Como la jornada ha sido corta pero intensa, decidimos volver andando a Puerto Sur desde puerto norte a modo de peregrinación para ser un poco más conscientes de ese camino de 12 km que separa ambos puertos y que atraviesa la isla de lado a lado. Las vacas y los caballos son los testigos silenciosos de nuestro caminar. Aunque son numerosos los autos que pasan y paran para ofrecerse a llevarnos, rehusamos subirnos para dejar que la isla nos deleite la vista con sus diversos paisajes, las ruinas del antiguo faro, las charcas donde se bañan los patos, los pastos donde habitan los conejos, la variedad de aves que protegen sus nidos y cuyo canto nos alegra el oído, los bosques con sus piñas y el viento tan presente en esta isla que nos acompaña durante todo el camino. Pasito a pasito llegamos a nuestro destino.
Ahora el norte y el sur están un poquito más cerca de compartir esta gran isla. Esperamos que las residuotecas hagan puente entre ellos y sus proyectos. No sabemos cuánto durará ni que frutos dará, pero nos sentimos cada vez más cerca de cerrar también nuestros propios ciclos, al menos el de nuestro tiempo en esta isla y de la mejor manera posible. Ahora l@s isleñ@s tienen otra excusa para compartir y cuidar su isla desde el amor y el respeto, salvando las distancias y trabajando por un futuro más digno para la Isla Santa María.