Parte el show, se siente mucha fraternidad, aroma a mozzarella, pepperoni y cerveza, toca un dueto tanguero de acordeón y bajo, una bailarina presenta danza folcklórica, una banda de metal saca chispas, un cortometraje disidente se proyecta en la pared, un grupo de hip hop escupe la crítica, un profesor de historia lee una poesía, un grupo de mujeres le cantan a nuestros antepasados, en resumen, un sueño mixturado. Nosotros proyectamos seis de mis vídeos rotativamente mientras la parrilla iba avanzando a modo de telón, quemar a Portales, un corte de pelo dominicano, un palín en un puente fronterizo, el elefante blanco ex-hospital Ochagavía, una huelga y una grúa colgando la camioneta del jefe, dos mujeres y un hombre cociendo la tierra en el altiplano, imágenes que no sabía lo que provocarían aquí, el animador me presenta y me pide explicar mis vídeos, me presento por primera vez en zungun frente a tanta gente y como no me gusta explicar mi trabajo doy las gracias en extenso. Fue intenso el recibimiento y el intercambio de mi trabajo, me quieren contar que en Argentina hay elefantes blancos, fronteras peludísimas, tradición de movimientos obreros, próceres genocidas, mapuches relegados y pueblos exterminados. Somos la historia de Latinoamérica, somos pueblos oprimidos, cuerpos y clase sometida juntos todos esa noche. Nada había terminado, nos fuimos a celebrar lo que habíamos hecho, llegamos a la casa de la mina que tocaba covers de Los Ramones y fumamos, bebimos, bailamos. Al siguiente día fuimos con “panoso” miembro de la “PARCA” una de las bandas más importantes de Hip Hop de Los Antiguos, a tomar mate a la orilla del lago, hablamos de la champurria, de nuestro kupalme (origen), de la amistad que existe en los dos lados, de cómo seguir, y pensamos en replicar el evento en Chile Chico, hacer un Trawün (encuentro) binacional para enlazar a los artistas de Los Antiguos con los de Chile Chico. Nos fuimos en bicicleta a Chile, el viento nos empujó y llegamos siendo otros.