Hoy Gabriel y Esperanza nos llevaron al sauce, un árbol mágico en medio de la pradera, nos prometimos volver con los demás niños, y que nos subiríamos todo en su inmenso tronco cubierto de musgo y saltaríamos por una de sus ramas. Antes de llegar Gabriel y Esperanza se lanzaron rodando por una ladera verde de hierba, frente a nuestros ojos, el espectáculo de la infancia inconsciente y despreocupada, el alma de estos niños se olvidaba de los inconvenientes de sus vidas en este apartado rincón de Chile. Hay que decir que en Ustariz la realidad es dura y en nada normal, Gabriel vive y ha crecido con sus abuelos como muchos niños de aquí, Esperanza vive con su madre y tiene varios «hermanos» de diferentes madres que solo conoce por foto. Gabriel ve su madre solo de vez en cuando, ella trabaja en un restaurant lejos de aquí y a veces la va a visitar, Benjamín, el mas pequeño de la escuela dice tener «caleta» de hermanos, aunque él vive solo con su madre y hermano menor, otros como Richard vive bajo el mismo techo con Karen y John, tienen la misma edad, y van a la escuela de Ustariz en la clase de 1º a 3º, pero Richard es tío de Karen y John. En fin muchas familias viven en pequeñas y frágiles casas con tíos, abuelos, hermanos y primos, nos preocupa la promiscuidad y tratamos de pensar que ojalá no haya nada confuso, el nivel de marginalidad en Ustariz es alto, la escuela en ese sentido es más que un lugar de aprendizaje, es también un refugio, de ahí nuestra propuesta de construir un espacio que complemente el rol de la escuela, intentando preservar el espíritu de la infancia en los niños. otra fuerte influencia son los evangélicos, omnipresentes hasta en los mas recónditos lugares. A veces notamos cierta infiltración cuando los profesores hacen recitar cada mañana una alabanza de agradecimiento a dios por la comida, cuando es en realidad el estado que financia y provee para que estos niños puedan tener educación, alimentación y acceso a la cultura con nuestra presencia. Después de atravesar el muro vegetal que conforman las lianas colgantes del sauce, nos introducimos en otro mundo, un mundo donde hasta nosotros mismos nos volvemos niños, escalamos el tronco ayudándonos unos a otros y nos recostamos en sus inmensas ramas buscando conectarnos con el árbol, esperando que el alma de los ancestros protejan a estos niños y los conserven el máximo tiempo posible en ese maravilloso paraíso que es la inocencia…