Se juntan las labores este día. Toca asistir por varios motivos a un Encuentro Regional de Cantores de la Región Metropolitana en una casona patronal en Pirque. Allí concurren alrededor de 30 cantores y cantoras de distintas partes de la región (incluidos algunos de la comuna de San Pedro) a participar en una serie de actividades de gabinete para el plan de salvaguardia que se quiere implementar en torno al “elemento” canto a lo divino. Conocemos a la mayoría de los que están ahí. Luego de las presentaciones correspondientes de los encargados del plan y un video de 40 minutos proyectado en uno de los altísimos muros del salón, donde se invita a los cantores a confederarse a nivel nacional y a impulsar un encuentro nacional de cantores, quedamos nuevamente con una sensación de confusión. Solo una breve reflexión con respecto a esto.
El saber “patrimonial”, tan en boga por estos días, justifica un poder, ese poder pone en acción el saber y todo un dispositivo de leyes, de derechos, de reglamentos, de prácticas, e institucionaliza ese conjunto como si fuera la verdad misma. Así, se erige un discurso totalizante y aparentemente democrático, participativo y ciudadano, anclado en conceptos como “elemento”, “plan”, “lista representativa”, “expediente”, conjunto de palabras extrañas, propagadas por la UNESCO alrededor del mundo, que finalmente parecieran ser lo que se busca salvaguardar, como si lo importante fuera aprobar un proceso administrativo, por sobre la puesta en valor, el reconocimiento y el resguardo del “sentido” de lo común, de lo colectivo, de lo doméstico, de lo sublevado, que es lo que caracteriza la tradición histórica del canto y que es justamente lo que está transformándose aceleradamente: el trabajo, la familia, la fiesta, el canto, la poesía, la vida campesina, la naturaleza, etc.
Frente a esto es que nos preguntamos constantemente, cual es lenguaje más apropiado para enfrentarse a situaciones como estas, que involucran una gran cantidad de personas y “agentes” diversos, con expectativas distintas y con visiones de mundo que muchas veces son contrarias. ¿Es el lenguaje del arte, de la tradición, de las instituciones, de la ciencia? Esperamos que los procesos anímicos, emocionales, técnicos y sociales, asociados y detonados por la creación participativa del libro que estamos trabajando, sirvan de alguna manera para re-unir a las habitantes de la comuna y repensar el canto hoy en día, en conjunto, uniendo la memoria con la historia, que los muertos también puedan colaborar con los vivos. Quizás una frase para cerrar: “Cada cantor solo puede cantar como se canta en su tiempo”.