Creo que hemos confundido “colaborativo” con “comunitario” en muchas ocasiones. La comunidad no existe, o es siempre emergente, ocasional, es una construcción permanente, una comunidad que viene, que se construye, pero no sobre la base de la participación, tal como nos lo creemos, quizás uno podría hablar de “participación inconsciente”, fantasmal, espectral. Y de hecho, hay que buscar y construir este camino espectral, con las personas, sus recuerdos, sus hablas, sus olvidos, sus afasias, sus incomprensiones, sus muertos.
Permítanos esta digresión: Lo colaborativo espectral, la participación fantasmática, es el asedio de los fantasmas. “El fantasma no está presente y ausente, o está presente y ausente al mismo tiempo. No podemos decir que un espectro se presente, pero su atípica aparición produce efectos que lo anuncian. La espectralidad es una economía de fuerzas que “hace cosas”…es la frecuencia de cierta visibilidad. Pero la visibilidad de lo invisible… el espectro también es, entre otras cosas, aquello que uno imagina, aquello que uno cree ver y que proyecta: es una pantalla imaginaria, allí donde no hay nada que ver, ni siquiera la pantalla, a veces; y una pantalla siempre tiene, en el fondo, en el fondo que es ella, una estructura de aparición desapariciente… el acecho de los fantasmas es habitar un lugar sin ocuparlo. Así es como el espectro habita lo que es;no lo ocupa, pero está ahí, se anuncia sin presentarse, no se muestra, pero hace cosas, produce efectos…esta fantologíase mueve entre los vivos y los muertos, entre el pasado y la espera…la apertura hacia lo por venires entonces radical.” (Rosaura Martínez, Freud y Derrida, p. 91-113)
Por lo general hablamos con cantores sobre los cantores muertos, pero presentes, de su herencia, de los que se han ido y podemos encontrar aún. Don Domingo Pontigo nos hace una lista de cantores ausentes/presentes.