Hoy nos tiramos como un kamikaze. A las 8:30 de la mañana en el Liceo J.J.B. Latorre de Puerto Norte, tuvimos reunión con toda la comunidad estudiantil para mostrarles el proceso de nuestro trabajo en la Isla e invitarlos a sumarse al proyecto. Así como las papas fritas de la señora Silvia, “si va a doler, que sea de una”, nos dijimos. Ya con la intención de entrar más en detalle nos pusimos a trabajar con el 3ero Medio, un público con el que no nos habíamos topado aún: la juventud de la Isla. Entre afiches y monstruos colectivos que rotaban de mano en mano, nos contaron sobre el día a día y su relación con la basura. De manera muy crítica y certera nos mencionaban que el problema de la basura en la Isla es un asunto ampliamente reconocido. Canónicamente ha habido tres maneras de deshacerse de ella: quemándola, enterrándola o tirándola al mar. Un problema cada vez más patente que se fue haciendo cada vez más ajeno; siempre es problema del otro y siempre fue el otro el primer responsable.
Hace unos días nos preguntábamos sobre el “qué hacer con el tiempo libre”. Un tiempo que, como hemos podido experimentar, no se pierde, sino que se gasta en ver pasar la vida, de norte a sur. El tiempo libre no ha sido explorado ni explotado más que por el mundo de afuera. El tiempo libre no existe, porque la motivación para hacer algo distinto ha sido mermada por diversos factores. Porque la basura siempre es un monstruo que se come todo lo que encuentra a su paso: comienza en tu bolsillo y termina devorándose una isla. Porque nos hemos dedicado ese tiempo libre a ver, pensar y trabajar la basura como oportunidad. Porque cuando falta algo lo mandamos a pedir afuera y lo que siempre estuvo aquí permanece invisible, hasta que se transforma en basura. Nos han contado con pesimismo que esto no va a cambiar.
No es del todo cierto. La red de pescar y las flores del cementerio dicen otra cosa. La red de pescar con la que se hacen bolsos para ir a mariscar, cercos para delimitar el espacio de las casas y una que otra hamaca. Las flores que no pudieron mandar a comprar para despedir a sus muertos, hechas de distintos papeles y plásticos. La red de pescar y las flores nos hablan nuevamente de lo que ya hacían antes de que “el afuera” lo propusiera y de todo lo que podemos hacer aquí, transformando la basura en material e invirtiendo las acusaciones del “fuiste tú” o el “fui yo” a un “fuimos todos” , pero con orgullo.
Registro fotográfico: Marcela Durán, profesora Liceo J.J.B.Latorre Puerto Norte.