¿Qué hay en el habla que siempre la queremos determinar, encerrar, volver productiva? ¿hay mucho miedo en que la gente hable?
El habla es desvío, desencuentro, afasia, interrupciones constantes, expectativas erróneas, es un mal entendido, una incomprensión.
Pero el habla siempre enmienda su camino, se rectifica en un constante ir y venir, re-ordenándose constantemente
Como residentes, como agentes externos representantes de algo así como el Estado, encarnado en el Ministerio de la Cultura, como académicos, como artistas, como antropólogos, exponemos nuestra habla de una manera en la cual nadie nos entiende. Los ciudadanos, los campesinos, no comprenden del todo el embrollo de nuestro hablamientoprofesional, institucional. Debemos construir un nuevo lenguaje para poder comunicarnos, eso toma tiempo.
Hace más de 40 años, un investigador de la Universidad de Chile, Manuel Dannemann, estuvo por estas zonas trabajando con los cantores a lo divino. En un esfuerzo filológico exotizante y arcaizante los llamaba Mester de juglaría, juglares que vendrían a comprobar una continuidad de 700 años de esta práctica propiamente europea en tierras americanas, y particularmente, melipillanas; teoría que buscaba el aplauso de la academia internacional, pues es incomprensible el uso de ese concepto, jamás escuchado entre los mismos campesinos, para referirse a ellos mismos.
Él dice: “Ni la forma, ni la temática, ni el aprendizaje ni la causalidad ni la producción, ni la difusión ni la tradicionalidad, se mostraron en mis proyectos como elementos eficaces para dirimir el dualismo poesía folklórica-poesía no folclórica. Sólo el factor de la pertenencia, con sus consecuentes efectos para la comunicación, funcionalmente decisivo para llegar a un mayor o menor grado de identidad –como ya se indicara respecto del plano general de la cultura- me enseñó dos versiones del fenómeno poético: la de pertenencia recíproca, coparticipada en la interioridad específica de una comunidad, de un microsistema, emergente de un grupo humano, y la de posesión colectiva por parte de miembros de un grupo, pero practicada en la individualidad intransferible de cada uno de ellos. Por ejemplo, en el primer caso: un canto a lo divino ejecutado durante un ceremonial funerario, conocido y posible de ser usado por cada uno de los cantores participantes, en un comportamiento de traspaso y de propiedad comunitarios. En el segundo, la lectura privada o pública, de un texto de Gabriela Mistral, recibido por un lector-receptor o por más de un auditor a través de un transmisor, pero sin transferencia ni pertenencia recíprocas de ese texto escrito u oral.” (El Mester de Juglaría en la Cultura Poética Chilena, p.49.) .
Por otro lado, Violeta Parra anduvo por las zonas rurales de la Región Metropolitana recopilando y construyendo una investigación junto al cantor a lo divino Isaías Angulo quien la acompaña a ver a Gabriel Soto, esto escribe:
Dice Isaías Angulo:
“-¿Qué le parece mal que la Violetita los defienda’ por el arradio? ¿qué se va llevar los versos p’al cementerio?…De aquí p’ailante, ya no es mi amigo…
-Qué va a entender cabez’e piedra, si no ha querí’o cantar más de que se casó.
Después supe que don Gabriel le había jurado a su novia dejarse de ‘Bureos’ y que él estaba cumpliendo su juramento.
El problema era bastante serio.
Había que conquistarse a la dueña de casa, y si ella lograba entender el trabajo de investigación, estaría todo arreglado. La señora Chabelita comprendió todo. Nos hicimos grandes amigas, y ahora es ella la que ayuda a recordar lo que don Gabriel ha olvidado.
Violeta luego trabaja con doña Panchita, de 106 años, ciega y semi-tullida:
Dice Panchita a Violeta: -¿Le gusta señorita?
-Me gusta todo Panchita.
-Cómo le va gustar todo, si le dije el puro principio.
-Usted no me deja pasar ninguna, Panchita.
– No. La vista dice que yo veo…
-¿Veamos la entonación de hombre?
-No. Dar vuelta el mundo y los años…
-¿ Me va a decir la cuerteta, Panchita?
-No. Veo el mundo y sus engaños, a la sombra del deseo.
La Panchita era como un niño regalón. Toda la conversación se desarrolló en esta forma. Interrumpía las estrofas, las frases y hasta las sílabas, para decirme cosas y cosas”. (Cantos Folklóricos Chilenos, p.47)
Cada vez explicamos todo nuevamente, y comenzamos de nuevo, ¿Qué es una residencia? ¿qué es el Ministerio? Red cultura, patrimonio, quienes son Servicio País, que hacen las consultoras, que somos como ONG. Y nos enredamos y no nos entendemos. Debemos encontrar otro camino.