Llegué ya oscureciendo a Ustaritz, un largo y cansado viaje en auto desde Santiago me tenía impaciente por llegar, arrendé la única cabaña de la localidad, la señora Paty su dueña me estaba esperando con su especialidad: empanaditas fritas.
La cabaña es acogedora, pequeña, pero no tenía agua caliente, y la señal de telefonía no llega, menos de internet; se resolvió lo del agua caliente, pues la señora Paty puso una ducha eléctrica a la que me costó encontrarle el “modo” pero lo logré, y para conectarme busco señal recorriendo las zonal más altas, seguro ya me han visto los Ustaritanos con mi celular y computador recorriendo las praderas donde pastorean las vacas.