Hace cuatro semanas, junto a Majo y Ximena, experimentamos un fenómeno, que a falta de una palabra adecuada, entendí como “extraterrestrial”: vimos, en el estrellada noche chañarina, una suerte de pista blanquecina que cruzaba el cielo de un lado del valle al otro. Cortaba el paisaje en dos, como una naranja. El haber sido tres viendo lo mismo ciertamente le añadió una dosis de realidad, y además, duró alrededor de cinco minutos. En los días siguientes no podía dejar de fantasear con que alguien, o algo, había sido abducido. Pero un poco de investigación astronómica sugiere que fue una iridium flare (cuando la luz del sol se refracta en un satélite y puede verse durante la noche).
En los días siguientes estuvimos preguntando si habían visto algo similar y la respuesta era siempre la misma: “No, pero usted sabe, aquí se han visto tantas cosas…”. De ahí en adelante surgió una idea, en sumo estimulante, de documentar, en clave poética y realista, los extraños sucesos de los que por aquí se habla. Es así como me he pasado los últimos días yendo a distintas casas con una pregunta de lo más ridícula: “¿Qué es lo más extraño que has visto por aquí?”. Y así comenzaron a desplegarse una serie de historia que rayan en los artículos de Saber más, a veces teniendo a los extraterrestres por argumento, y en otras, a satanás. Inclusive surge, de manera reiterada, la palabra mandinga. Me pregunto si sabrán que mandinga es una palabra de origen africano que se instaló en América Latina durante la colonia. Y es que el diablo, al parecer, existe en todas partes, no así dios… Como sea, la idea es que una vez que tengamos todas estas historias las reescribamos, dibujemos y publiquemos. El sólo hecho de ir averiguando estas historias es muy divertido, aunque al respecto sólo he escrito lo que podría ser el epígrafe de dicha publicación:
ovnis
ángeles
promesas de anarquía son
Juan