Hoy salimos del internado con los niños de El Marquéz. Llevamos nuestras máscaras caminando hacia el pueblo antiguo. Tignamar se tuvo que reconstruir debido a una crecida del río en 1959, la que provocó la destrucción del pueblo menos su iglesia y campanario, que se mantuvieron en pie, hasta el día de hoy. Ahora el pueblo antiguo son ruinas de lo que fueron las casas de los abuelos de sus papás. Nos sentamos en la sombra de un eucalipto frente la antigua y clausurada iglesia. Los niños comenzaron a contar y recordar historias de sus abuelos, sobre los antepasados, los antiguos.
¿Qué sabes de los gentiles?
Eran unos seres pequeños que vivieron en la penumbra cuando aún no existía el sol.
Se quemaron, dicen que se transformaron en piedra.
Son los viejos espíritus de los difuntos.
Fueron la primera humanidad en estas tierras.
«Con la muerte de estos antiguos, todos sus conocimientos se olvidaron, por eso se comenta que hoy nadie sabe cantarle al agua para que brote y para que la gente sea buena e inocente como antes. Sin embargo, si se presta atención, y si se sabe escuchar las grietas, los gentiles pueden entregar melodías y enseñar las letras de las canciones para los ritos, porque sus espíritus aún habitan sus antiguas tierras».
(Gómez, 1993)
Los niños encontraron unas cuevas, se pusieron las máscaras y se turnaban las cámaras para grabar. Caminamos de vuelta a la escuela y quedamos en que nuestro próximo encuentro sería para hacer bosquejos para los murales que haríamos en la escuela la próxima semana. Les comento sobre la pronta llegada de Matías González, artista visual que nos ayudará con los murales, y sobre la llegada de Sonia Marotta, comunicadora audiovisual que ayudará con el registro y parte del montaje del proyecto, junto a Lila su hija de ocho años.